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LOS NUEVOS RIESGOS DEL MONUMENTO A COLON

Por Marcelo Magadán

 

MARCELO L. MAGADÁN

Arquitecto, Master en Restauración de Monumentos y Especialista en Gestión de Conservación. Consultor en conservación de edificios históricos y arte aplicado a la arquitectura. Participó de la restauración -entre otros edificios o conjuntos- del Teatro Colón, el Palacio de Justicia, la Basílica de Ntra. Sra. de la Merced, la Misión Jesuítico-Guaraní de San Ignacio Miní y el Rosedal de Palermo.

El presente escrito refiere a los riesgos que habrá de correr el denominado Monumento a Colón en el caso de que se lo termine rearmando en el Espigón Puerto Argentino en la Costanera Norte de la Ciudad de Buenos Aires, donde actualmente han sido depositadas sus partes luego del traslado desde el que fuera su lugar original de emplazamiento, en el parque homónimo.

 

Las observaciones surgen a partir de haber visitado el espigón en dos oportunidades en las últimas semanas y ver las condiciones en que están los bloques de mármol de Carrara que conforman la obra.

 

Se ha elegido un lugar en el que el monumento está expuesto al río y al aeroparque con sus condicionantes ambientales. En relación a esto último, el mármol deberá enfrentar una atmósfera contaminada con una concentración de gases de combustión generados por el combustible aeronáutico quemado en las turbinas al momento del despegue y del aterrizaje. Cabe mencionar que la pista de aterrizaje se encuentra a unos 400 metros del lugar de emplazamiento, mientras que el sector de mangas estáa sólo 200 metros. A estos gases habrán de sumarse los producidos por los vehículos (autos, camiones, ómnibus, etc.) que circulan por la Av. Costanera y el de las máquinas de generación de energía eléctrica de la Central Puerto Nuevo ubicada a 2.900 metros hacia el Sureste. Estos gases de combustión contienen una serie de sustancias que, como el anhídrido sulfuroso, reaccionan generando un medio agresivo para el mármol.

En el nuevo emplazamiento el mármol está expuesto, además, al viento y al agua del río, la que contiene materia orgánica y otros desechos contaminantes. El agua llega al lugar donde se ha previsto montar la obra, en forma líquida (salpicaduras) y como spray (niebla generada por el golpe de las olas contra el muro y las barandas del espigón). Este fenómeno se da con mucha contundencia durante las frecuentes Sudestadas (ver imágenes adjuntas). Salpicaduras y spray implican que la materia orgánica presente en el agua se deposite sobre la superficie del monumento, lo que habrá de promover el desarrollo de biofilm, tema sobre el que vuelvo más adelante.

Pero, además, al contar con un espejo de agua muy cerca (a escasos 25 metros), y encontrándose la obra mayormente rodeada por agua, se ve aumentada la humedad relativa (por evaporación) la que habrá de condensar durante las noches sobre la superficie del mármol, que resultará más fría que su entorno. Esta humedad también habrá de ayudar el desarrollo del biofilm y, al igual que éste, facilitará la degradación del material, ya que el agua-con el paso del tiempo- disuelve el mármol. Los granos más finos –los que ayudan a amalgamar y mantener juntos a los de mayor tamaño- se disuelven primero. A mayor humedad menor resistencia. Este proceso es de tipo incremental.  Así, aun cuando se mantenga estable el nivel de humedad (que siempre se vea expuesto a la misma cantidad de agua) el proceso de deterioro se acelera, porque el mármol va perdiendo resistencia cada vez más rápidamente.

En paralelo, sobre la superficie contaminada con materia orgánica, en primer lugar,crecerán algas que han de producir un desgaste del mármol relativamente lento. Pero hay que tener en cuenta que la simbiosis entre un alga y un hongo genera un liquen, organismo más agresivo, que produce un mayor nivel de afectación por descomposición del mármol y que suele ser más difícil de retirar.

 

Sabemos que el Río de la Plata está contaminado en todo el frente costero, de San Fernando a Magdalena. Diferentes informes reportan la presencia de una serie de contaminantes entre los que se cuentan: hidrocarburos alifáticos y aromáticos, bifenilospoliclorados, metales pesados, pesticidas, mercurio, amonio, nitritos, fósforos, bacterias, productos de desechos cloacales, cromo, cadmio, hierro entre otros, que provienen de actividades industriales.

 

Volviendo al tema de las Sudestadas, éstas son las que, al hacer crecer el río, provocan los oleajes más importantes, más fuertes y de mayor altura (ver imágenes). Además, frenan el drenaje del rio, generando un incremento de la concentración de sustancias contaminantes en el agua, la que se multiplica por cuatro. Por otro lado, las sudestadas empujan hacia el Norte las aguas más contaminadas que son, tanto las que se encuentran en la desembocadura del Riachuelo, como las que provienen de la descarga del sistema cloacal del área metropolitana en la zona de Berazategui. De esa manera se incrementa de manera notable la concentración de contaminantes frente a la ciudad, incluyendo obviamente la zona del espigón.

 

Para tener una magnitud del problema hay que considerar que se estima que AYSA arroja diariamente al río 2.500 millones de litros de “aguas negras” (residuos orgánicos) y 2.000 millones de litros de residuos industriales contaminantes y altamente tóxicos.

 

En estas condiciones el mármol habrá de ensuciarse, primero, y degradarse luego, con facilidad. La pregunta es: ¿Qué tratamientosde limpieza habrá que hacerle al monumento para que se mantenga limpio evitando la contaminación? ¿Con que periodicidad? En este punto es fundamental tener en cuenta que los procedimientos de limpieza son costosos –solo para acceder a todo el monumento será necesario armar un andamio complejo y oneroso- y que habrán de contribuir a alterar, e incluso, dañar al material, porque entre otras sustancias de limpieza se emplea el agua, que como ya se dijo disuelve el mármol.

 

Aun así, la limpieza permitirá quitar cada tanto el biofilm, restringiendo la capacidad de acción de uno de los factores de deterioro, pero no se evitará la acción constante del agua y la humedad.

Hay que tener en cuenta que el mármol del monumento presenta una superficie con cierto nivel de erosión, producida en parte por haber estado expuesto a la intemperie durante 96 años –aunque en un ambiente más favorable que al que se lo habrá de exponer en el futuro- como de diferentes tratamientos de limpieza realizados en el tiempo.

Hablando el tema con algunos colegas [1] coincidimos en que, desde el punto de vista ambiental, la situación en el espigón es muchísimo más agresiva para el mármol –y para el monumento- que la que tenía en la Plaza Colón. Esto implica acentuar y acelerar el deterioro de la obra.

 

Si bien no es posible, de momento, determinar cuánto tiempo habrá de transcurrir hasta que la afectación del monumento se haga notable en su nuevo emplazamiento, no cabe duda que los factores de deterioro que se suman -o intensifican- habrán de tener un efecto negativo e irreversible sobre el mismo.

Aún cuando los efectos se manifiesten al cabo de algunos años, el daño estará hecho. La pregunta que cabe es: ¿Qué se hará entonces? ¿Volver a desmontarlo –con el riesgo que esto conlleva- y trasladarlo nuevamente?

 

Pero hay otro factor de deterioro, más cercano, de efectos más evidentes y dañinos: el vandalismo al que se verá sujeto el monumento por encontrarse en un lugar aislado y, muy probablemente, falto de vigilancia policial. Tengamos en cuenta que la utilización política de la figura de Colón hecha por la administración anterior para justificar el desplazamiento del monumento ha promovido una marcada animadversión hacia el mismo, la que fácilmente puede traducirse en grafitis, roturas, robos de partes, etc.

 

Tomemos el deterioro que podría parecer más inofensivo, el grafiti. En ese caso es necesario advertir que la utilización de cualquier tipo de pintura o tinta en un material poroso como el mármol es altamente perjudicial para el mismo, ya que penetra en el sustrato resultando muy difícil de retirar.  Siempre quedarán manchas bajo la superficie, las que se observarán a simple vista.

 

Retirar esos grafitis exigirá de acciones de limpieza costosas, lentas y complejas que solo pueden ser realizadas por restauradores experimentados en el manejo de este tipo de materiales. Como bien sabes, en materia de conservación del patrimonio cultural la limpieza es uno de los procedimientos más riesgosos para cualquier bien.

 

Por otro lado, el manejo de estas situaciones –las de eliminación de grafitis- por personas inexpertas, lleva a recurrir a procedimientos altamente agresivos, como el hidroarenado. Esto no es una hipótesis. Es lo que –tal vez por falta de mejores soluciones- se ha hecho en la ciudad en los últimos años para limpiar esculturas en mármol. Este tipo de procedimientos agregan un daño importante e irreparable a la superficie, haciendo desaparecer los relieves de la obra artística. Recordemos que lo que se destruye se pierde para siempre.

 

Cabe citar que, para evitar los grafitis no se dispone de productos eficientes, seguros y amigables en términos patrimoniales. Recurrir a ellos puede resultar igual de negativo, o peor. 

 

Estas cuestiones, se suman a otros problemas en el tratamiento de las partes y en el montaje (p.ej.: por el uso de materiales y procedimientos inadecuados y la rotura de piezas. Estamos frente a un asunto lo suficientemente grave como para que los responsables técnicos y políticos del proyecto, por parte de la Presidencia de la Nación -que están al tanto de esto-reaccionen. Resulta imprescindible reconsiderar la medida y hacer lo posible para que el monumento vuelva a la zona del Parque Colón, un lugar más amigable para garantizar su adecuada conservación, cumpliendo así con las recomendaciones internacionales en la materia y preservando para las futuras generaciones una de las obras más destacadas del patrimonio artístico de la Argentina.

Ahora que parece que el desplazamiento de monumentos se ha puesto de moda, es necesario que la comunidad de conservadores, historiadores del arte y otros especialistas vinculados al patrimonio artístico y cultural tome posición al respecto y la exprese públicamente.

REFERENCIAS

 

[1] Se trata de la Dra. Elena Charola, química especializada en deterioro y conservación de piedra y materiales porosos inorgánicos de construcciones históricas y el Lic. Miguel Crespo, restaurador especializado en conservación de esculturas de mármol.

Las imágenes que aparecen en la presente página, así como en la siguiente, han sido tomadas de internet y corresponden a diferentes medios de información (ver créditos). Todas ellas muestran los efectos de una Sudestada sobre el Espigón Puerto Argentino o sobre sectores aledaños de la Costanera Norte.

Nótese que el color del agua de la foto inferior es similar al de los restos que se observan en las imágenes siguientes.

Imagen 5 

Imágenes 5 y 6. Dos de los relieves del monumento mostrando la acumulación de materia orgánica. Las imágenes se tomaron mucho tiempo después de la última Sudestada. Nótese que el color de los contaminantes, son similares a los de la foto anterior.

Imagen 7 

Imagen 8 

Arriba, materia orgánica agua y biofilm (algas) en una de las piezas. Abajo, el efecto de estos y otros contaminantes sobre otra de las esculturas del monumento.

Imagen 9 

Imagen 10

Arriba, materia orgánica agua y biofilm (algas) en una de las piezas. Abajo, el efecto de estos y otros contaminantes sobre otra de las esculturas del monumento.

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