top of page

PIEDRAS EN EL CAMINO DEL ARTe

Rocas Ornamentales

Parte 2a. Taraceas de piedra

José Sellés-Martínez

 

El responsable y coordinador de la sección es el Dr. José Sellés-Martínez, geólogo y profesor del Dpto. de Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires, quién, entre otras tareas, se ocupa de la coordinación de los programas de divulgación científica de dicho Departamento, del Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales (IGEBA) y de la Sociedad Científica Argentina. Es además, miembro del Comité Editor de la revista EXACTAMENTE, órgano oficial de la Fac. de Ciencias Exactas de la UBA, en la que escribe una sección fija sobre Ciencia & Arte

José Sellés-Martínez

Introduccion

Con esta nota se da inicio a la segunda parte de la serie dedicada al uso de la piedra en la ornamentación y la misma está dedicada principalmente a las denominadas piedras duras y blandas y su empleo en las artes decorativas.

La primera sección abordará las taraceas de piedra y algunos trabajos de incrustación, haciendo alguna referencia a las rocas de uso más común para estos fines y en la segunda se describirán con algo más de detalle las gemas (sin entrar en el área de la joyería) y se completará el enfoque mineralógico y litológico de los materiales usados en la confección de objetos suntuarios y decorativos de piedra.

En el trabajo de taracea en piedra, a diferencia del mosaico (véase Conversa No 9), las piezas que componen la decoración no son pegadas sobre un mortero de sostén, sino que son dispuestas sobre una plancha de piedra que sirve de base. Sin embargo, más allá de esta diferencia, puede decirse que los trabajos realizados con la técnica del opus séctile se unen de modo casi indisoluble con los de taracea de piedra.

Pueden señalarse dos variedades de tratamiento que han recibido denominaciones particulares: En la tarsia l as piezas que forman el diseño pueden ocupar todo el espacio, sin que la plancha base sea visible, mientras que en el in tarsio las piezas son incrustadas en la plancha base, que por su color y textura forma parte del diseño general de la obra.

 

El hecho de que exista una única plancha de piedra que sirve de sostén a toda la obra hace que la misma sea fácilmente transportable (el término “fácilmente” debe entenderse en relación a la dificultad que supone trasladar un mosaico adherido al suelo o a una pared) y por ello se utilizó asiduamente en la fabricación de tapas de mesas y consolas, por ejemplo.

Ejemplo de tarsia (Mapa mural de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1939, Museo del Instituto Geológico, San Petersburgo, Rusia)

Ejemplo de intarsio (Fragmento de pila de agua bendita, Siglo XVIII, Museo del convento de Santa Clara, Nápoles, Italia).

El término commesso , cuyo apelativo proviene del latín ( committere, juntar), es utilizado para describir aquellas labores, generalmente de tarsia, en las cuales es muy difícil distinguir las uniones entre las diferentes piezas que constituyen la obra.

 

Esta técnica alcanzó gran desarrollo en la ciudad de Florencia en el siglo XVI y de allí pasó a otras ciudades italianas y europeas.

 

Se realizaron diferentes tipos de obras (mesas, cuadros, paneles para incorporar en el mobiliario, etc.) que tuvieron una extensa difusión por toda Europa hasta el siglo XIX.

 

Como en el caso de la nomenclatura de las técnicas del mosaico, la de las taraceas tampoco es homogénea ni está exenta de problemas, pero no alcanza la complejidad de aquél.

La técnica fue empleada en Roma con particular maestría como lo demuestran las obras realizadas en los primeros siglos de la era cristiana, entre ellas las provenientes de la Basílica de Giunio Basso que pueden verse en diferentes museos de la ciudad, particularmente los paneles que reproducen escenas de tigres atacando a ganado vacuno, que incorporan el uso de la madreperla junto a los mármoles coloreados.

“Tigre atacando a una ternera”, panel mural proveniente de la Basílica de Giunio Basso (Siglo IV DC, Palacio de los Conservadores, Museo Capitolino, Roma, Italia)

Taracea de materiales diversos (coral, malaquita, lapislázuli, cornalina, jaspe e hilo de oro) sobre una base de obsidiana en forma de esquifo (Siglo I. Museo Arqueológico de Nápoles, Italia. Procedente de Castellamare di Stabia).

Taracea proveniente de Pompeya, la base es de pizarra (Museo Arqueológico Nacional, Nápoles, Italia).

Panel decorativo en opus séctile (obra romana del siglo IV DC, proveniente de la Basílica de Giunio Basso, Palazzo Massimo alle Terme, Museo Nazionale Romano, Italia)

Rostro del dios del sol, realizado con la técnica del tarsio (Siglo III DC, Museo Arqueológico, Roma, Italia)

Con estas técnicas se han realizado obras consideradas “pinturas” de piedra, en las cuales se aprovechan al máximo las variedades de tonos y texturas de las piedras naturales, a las que se añaden, en caso necesario, piedras teñidas, piedras sintéticas u otros materiales como metales, hueso, nácar, etc.

 

Muchos autores utilizan el término “piedras duras” casi exclusivamente para referirse a los materiales utilizados para la confección de la decoración de mesas, consolas y obras de pequeño formato realizadas mediante la taracea de piedra, sin embargo, tanto en oriente como en occidente, las piedras duras han sido generalmente reservadas para la realización de obras con otras técnicas y formatos (camafeos, incrustaciones, esculturas, etc.) y, en realidad, en la confección de las taraceas se utilizan mayormente las piedras blandas (por ejemplo calizas y mármoles) y algunas más duras como el granito y sus variedades, pero pocas de calidad gema, que son más habituales en pequeñas obras suntuarias.

Rostro del dios del sol, realizado con la técnica del tarsio (Siglo III DC, Museo Arqueológico, Roma, Italia)

“Vista de Bermeo”, realizada con la técnica del commesso, en el Real Laboratorio de Piedras Duras del Buen Retiro, sobre un diseño de L. Paret y Alcázar  (circa 1783, Museo del Prado, Madrid, España).

Mide 40,5cm x 80,5cm y pesa 24 kg.

 

Fuente: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/vista-de-bermeo/e5c8ce62-39a8-443f-8f43-1b0ac6917d74

Tapa de mesa, del tipo “muestrario”, con una gran variedad de piedras duras y blandas (Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia).

Tapa de mesa realizada con la técnica de la tarsia, con una gran variedad de piedras duras y blandas (Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia). Contrariamente al ejemplo de la figura anterior, las formas son totalmente irregulares y se han utilizado pequeños fragmentos de un mármol de color rosa para rellenar los espacios, lo que hace que a simple vista semeje un trabajo de intarsio. Entre los fragmentos pueden identificarse diferentes tipos de rocas como calizas, mármoles e incluso variedad de rocas ígneas  y también algunas rocas con fósiles, como el amonite claramente identificable en la imagen

Tapa de mesa con diseño geométrico y muestras de muy diferentes tipos de rocas (se distinguen mármoles, pórfidos, granitos, breccias, etc.) y minerales como la malaquita (Museos Vaticanos).

Soporte de mármol blanco con incrustaciones en técnica de intarsio (India, Siglo XVIII, Museo del Louvre, Paris, Francia).

a) Óleo de C-J. Flipart (1721-1797) utilizado como “cartón” para la confección de una de las consolas de la colección del Museo del Prado. b) Transposición en piedra del cuadro de Flipart mandada realizar por Carlos III en el Real Laboratorio de Piedras Duras del Buen Retiro, fundado por él en 1759 con artesanos provenientes de Italia.

Consola en la que la guirnalda está trabajada con la técnica del tarsio y las mariposas que se destacan sobre el fondo de caliza blanca con la del intarsio (Obra realizada en el Opificio delle Pietre Dure, Florencia, según un diseño de G. Zucchi, Siglo XVIII, Museo del Louvre, Paris, Francia).

a

a

b

c

La taracea de piedra fue muy empleada durante siglos para la confección de frontales de altar, como muestran estos ejemplos provenientes de la Iglesia de Santa María de la Victoria (a) y Santa María in Aracoeli (b y c) (Ambas iglesias en Roma, Italia).

El Opificio delle Pietre Dure

 Esta institución, actualmente dedicada a la investigación y restauración de bienes culturales (http://www.opificiodellepietredure.it/), fue fundada en el año 1588, en la ciudad de Florencia,  por Ferdinando 1º de Medice, III Gran Duque de Toscana.

 

Trabajaron allí inicialmente maestros provenientes de Milán y luego con maestros locales fueron perfeccionándose las técnicas y diversificándose los productos que gozaron siempre de una gran reputación.

El Opificio permaneció activo hasta fines del siglo XIX, en que los cambios en las modas fueron reduciendo la demanda hasta hacer insostenible el taller.

El museo del Opificio recoge actualmente no  sólo obras que habían quedado en su patrimonio, en diversos estados de realización algunas de ellas, sino también muebles y herramientas de diversas épocas, cartones con los diseños, etc. y de gran interés, una magnífica y variada colección de piedras de diferentes orígenes, acumuladas desde la época de su creación y que formaban parte del banco de materiales en bruto de que disponían los artistas para seleccionar los colores y texturas necesarios a cada parte de las complejas obras realizadas.

Panel de rosas sobre un entramado de cañas, obra del Opificio delle Piedre Dure realizada durante las últimas etapas de producción de la institución, en el año 1882. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Roses_over_crossed_canes,_from_Museo_dell%27Opificio_delle_Pietre_Dure,_Florence.jpg

Una elaborada técnica de ajuste para imitar piezas de piedra maciza

Los artesanos de los talleres de San Petersburgo (Rusia) desarrollaron una gran destreza para cubrir superficies de materiales poco costosos con pequeños fragmentos de lapislázuli o malaquita y sugerir piezas labradas en bloques de grandes dimensiones.

 

Lo utilizaron para la creación de copones, tapas de mesa, columnas de grandes dimensiones, etc. Las pequeñas piezas, de forma irregular para que los contornos rectos no develaran fácilmente el secreto, encajan perfectamente unas con otras pero, además, generan artificialmente diseños característicos de la piedra, como las “escarapelas” de distintos tonos de verde de la malaquita.

Gran copón de lapislázuli (a) en el Museo del Hermitage (San Petersburgo, Rusia) y detalle que muestra el trabajo de encastrado de los pequeños fragmentos, sólo perceptible desde muy cerca.

Los muestrarios de piedras ornamentales

 Junto con las obras de taracea de piedra, tuvieron también su época de esplendor los muestrarios de estos materiales, confeccionados con pequeñas teselas de forma regular y sostenidos sobre marcos más o menos lujosos.

Muestrario de piedras ornamentales realizado en el Real Laboratorio de Piedras Duras de Madrid en el siglo XVIII (Colección del Museo Nacional de Artes Decorativas, Madrid, España).

La técnica de la scagliola como imitación de la taracea de piedra

En los siglos XVI y XVII se extiende por las regiones italianas de la Emilia y la Toscana la técnica de la scagliola, que es una imitación de las taraceas de piedras duras realizada con yeso coloreado.

 

Tanto por su calidad como por su bajo precio (comparado con las  taraceas auténticas) las obras de scagliola alcanzaron una gran difusión y se realizaron trabajos tanto geométricos como figurativos,  e incluso reproducciones de grabados y óleos, que gozaron de un gran aprecio y se difundieron por toda Europa.

Este tablero de mesa, atribuido a P. A. Paolini, artista toscano activo en el siglo XVIII, está realizado con la técnica de la scagliola y da muestra cabal de la calidad y detalle alcanzados por los artistas que se dedicaron a ella (http://www.sothebys.com/de/auctions/2013/treasures-princely-taste-l13303.html).

LAS PIEDRAS UTILIZADAS EN MOSAICOS Y TARACEAS

 

Quién acuñó la frase “duro como una piedra” no aclaró de cuál se trataba. Hay piedras muy blandas, como el yeso, y otras muy duras, como el granito, cuyos principales minerales constituyentes, el cuarzo y los feldespatos, son de dureza media-alta.

 

Esta propiedad, la dureza, no debe confundirse con la resistencia mecánica a los esfuerzos. Pruebas al canto: el mineral más duro es el diamante, cuya dureza en la escala de Mohs es 10, sin embargo basta un mal golpe, no necesariamente muy fuerte, para que varios millones de dólares se fracturen de mala manera y pierdan la mayor parte de su valor…       

 

La dureza, desde el punto de vista técnico, mide la facilidad o dificultad con que un mineral puede ser rayado. La escala de Mohs, recién mencionada, es una colección ordenada de minerales, cada uno de los cuales raya a los anteriores y es rayado por los que le siguen (a los que él, naturalmente, no alcanza a rayar). La serie se inicia por el talco y sigue con yeso, calcita, apatita, fluorita, ortosa, cuarzo, topacio, corindón y diamante.

 

En términos generales la denominación piedras duras (pietre dure) agrupa a los materiales cuya dureza es igual o superior a la del cuarzo (7) y la de “piedras blandas” (pietre tenere) a aquéllas cuya dureza es similar a la de la ortosa (6) o inferior. Piedras muy blandas, como el talco o el yeso, son poco usadas en las obras de mayor valor, pero muy comunes en las artesanías regionales de los lugares en los que abundan, tal es el caso de la famosa “piedra jabón”, que es una variedad del talco (esteatita) y el del alabastro (tanto de composición yesosa como calcárea). La resistencia a ser rayados da a los minerales y rocas la posibilidad de ser utilizados en ornamentación sin que su brillo se vea afectado por la abrasión natural del roce con otros objetos y de ahí su interés para la confección de pequeñas esculturas y objetos suntuarios y para su uso como superficies de apoyo.

Los minerales de la  escala de Mohs. En caso de no contarse con los minerales adecuados, puede establecerse la dureza  aproximada de un mineral teniendo en cuenta que la uña tiene dureza 2 a 2,5 y raya fácilmente al talco y al yeso, pero no a la calcita; el cobre (de una moneda, por ejemplo) tiene dureza 3 y raya a la calcita, pero no a la fluorita; el acero de un cortaplumas tiene dureza 5,5 por lo que raya a la fluorita pero no a la apatita y el vidrio tiene dureza 6,6 y raya a la ortosa, pero no al cuarzo. Es importante señalar que las ilustraciones representan las formas cristalinas naturales, salvo en el caso del topacio, en que se trata de una variedad amarilla tallada para su uso en joyería.

Imagen que ilustra el resultado de la abrasión sobre materiales de diferente dureza. El pórfido rojo de las llaves es más resistente que el material marmóreo en el que las mismas están incrustadas (Panel en el  piso, área de ingreso a la nave principal de la Basílica de San Pedro, Vaticano).

A continuación se presenta una lista de las rocas más habitualmente utilizadas en las taraceas, además de estos se han utilizado con gran frecuencia trozos de minerales (como la malaquita o el cuarzo) y de materiales que, por falta de estructura cristalina, no son incluidos entre éstos (variedades de ágatas y calcedonias, madera fósil, etc.). Los minerales de dureza mayor a 6 y los materiales pétreos de tipo mineraloide serán descriptos en el próximo artículo

ROCAS

 

Alabastros: Tanto en sus variedades carbonáticas como sulfáticas los alabastros han sido empleados con frecuencia para la realización de taraceas dadas sus variadas coloraciones y texturas. Presentan una gran variedad de colores y texturas, que ha dado lugares a nombres particulares como “alabastro a tartaruga”, “alabastro a pecorella”, “alabastro fiorito” y “alabastro a giacciones” entre otros nombres que definen a los alabastros por el área de origen, como “alabastro egipcio”, “alabastro de Volterra” o “alabastro inglés”, por citar algunos ejemplos.

Calizas y mármoles: Si bien las calizas y mármoles blancos han sido descriptos en la nota correspondiente a Conversa Nº 6, existen numerosas variedades de rocas de composición carbonática de colores y texturas sumamente variadas, las que serán motivo de un artículo próximo a publicarse.

Lapislázuli: Esta roca, de color azul característico y muy frecuentemente utilizada en la realización de taraceas ha sido ya descripta en el Nº5 de Conversa.

Ónices y travertinos: Estos términos refieren generalmente a materiales de composición carbonática, originados por precipitación desde soluciones saturadas (véase Conversa Nº 8) de variadas coloraciones y texturas, muy utilizados en la confección de mosaicos y taraceas. Entre los ónices más utilizados pueden mencionarse los de Pakistán y entre los travertinos los de Tívoli.

Paragone: Este término es poco usado y no pertenece a la nomenclatura tradicional de las rocas. Aguiló Alonso (2004) lo utiliza en varias oportunidades, pero sin aclarar su origen. Borghini (2004), en su descripción del mármol negro de Bélgica (pág.256), señala que se lo conoce también como “paragone de Flandes” o “paragone de Inglaterra” y refiere a Gnoli (1971, 1988) como fuente de la información. El uso del mármol negro de Bélgica como fondo de las taraceas de piedra ha sido frecuente dada la homogeneidad y opacidad de su coloración. En el catálogo de una de las colecciones de muestras de rocas de la antigüedad más famosas, la Colección Corsi, actualmente en la Oxford University (http://www.oum.ox.ac.uk/corsi/stones/view/671) la muestra clasificada como “paragone” en esta colección es una ignimbrita proveniente de Lidia, en el Asia Menor. La descripción original de Corsi menciona, citando a Plinio, que esta piedra era usada como piedra de toque en la antigüedad (la palabra “paragone” significa comparación, y de elle derivaría el término castellano “parangón”).

Pizarra: Es una roca metamórfica derivada de rocas arcilíticas, en las que la presión y la temperatura han producido una fuerte compactación y recristalización de los filosilicatos (arcillas, micas). Posee la propiedad de partirse fácilmente por superficies planas más o menos paralelas, lo que permite obtener placas de diversos espesores. Por su color oscuro y homogéneo (gris, gris verdoso) se utilizó en ocasiones como material de fondo para los trabajos de taracea.

Pórfidos: En Conversa Nº 7 se hizo referencia exhaustiva al pórfido imperial, pero este tipo de roca ígnea puede presentar una enorme cantidad de variaciones en su coloración y texturas, en función de la composición mineralógica y de las relaciones de forma y tamaño de los fenocristales presentes con la pasta que los engloba. Se lo ha usado tanto como material incrustado como para base de incrustación.

Sugerencias bibliográficas:

Rossi, F., 2004. La pittura di pietra. Ed. Giunti. 192 págs.

Angulo Iñiguez, D., 1989. Catálogo de las alhajas del Delfín. Museo del Prado. 255 págs.

Giusti, A., 1999. Il museo dell’Opificio delle Pietre Dure a Firenze. Ed. Sillabe. 64 págs.

Giusti, A.,  2006. Pietre Dure and the Art of Florentine Inlay.  Ed. Thames and Hudson. 264 págs.

Mariam M., 2001. Piedras duras. Ed. Aldeasa. 30 págs.

 

Sitios en la Internet:

Se recomienda visitar la colección de tableros de piedra del Museo del Prado (https://www.museodelprado.es/coleccion/obras-de-arte?search=tablero%20de%20piedras%20duras&ordenarPor=pm:relevance)

http://tess.beniculturali.unipd.it/web/home/

http://www.opificiodellepietredure.it/

bottom of page