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DESAFÍOS Y REFLEXIONES DE UN CONSERVADOR MODERNO

 

CONVERSA ENTREVISTA A PINO MONKES - AGOSTO DE 2015

Pino Monkes

Licenciado en Artes Visuales con orientación Pintura por el Instituto Universitario Nacional de Arte. Conservador-Restaurador de obras de arte. Se desempeña en la actualidad como conservador-restaurador del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) y es docente de Conservación de Artes Visuales en distintas Universidades del país. Entre 1985 y 1994 dirigió el taller de Conservación/Restauración del Museo Eduardo Sívori de Buenos Aires. Fue becario de la Fundación Antorchas en diferentes programas de capacitación con profesionales del San Francisco Museum of Modern Art, del Art Institute of Chicago y del Smithsonian Institute de Washington, entre otros.

 

En 2015 presentó su trabajo ‘El uso de la pintura en pasta en tres obras pictóricas del informalismo argentino’ en coautoría con Fernando Marte (Universidad Nacional de San Martín) en el marco de la 16° Jornada de Conservación de Arte Contemporáneo del Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, España.

¿Cuáles serían a tu parecer las diferencias entre lo estudiado en conservación del arte tradicional y lo que aplicás en el arte moderno?

 

Yo empiezo a trabajar en 1985 en el Museo Sívori con un cargo en restauración y luego de seis años vengo a trabajar al Museo de Arte Moderno donde llevo casi veinticinco años. Mucho tiempo. Me doy cuenta porque a veces vienen investigadores de afuera que quieren saber sobre los artistas de los años ‘40 (arte concreto) y no pueden creer que yo los haya conocido y entrevistado.

 

La primera diferencia que encuentro entre el arte moderno y contemporáneo con el tradicional, es que muchas veces uno tiene al artista para consultar dudas, no sólo de materiales y técnicas de ejecución, sino sobre poéticas personales, para saber de qué manera no invalidarlas, cosa que no suele suceder con el arte tradicional.

 

En cuanto a la restauración, hubo un marco teórico que desarrolló la escuela italiana hacia mediados de los años ‘40 y que es extraordinario. El aporte de Brandi desde el Istituto Centrale del Restauro, es fundamental para la creación de una normativa para restauración aplicada a las artes tradicionales, sobre todo pensando en una cultura europea milenaria con un acervo gigantesco que justificaba tal preparación.  

 

Al comienzo de mi carrera ya encontraba que había un tipo de arte que tenía que ver con la idea y el concepto, que ya en ese momento escapaba del marco teórico italiano y sus herramientas, como por ejemplo, el arte concreto. Para ese entonces ya tenía más de dos décadas, de fuerte carácter objetual, y alejado de toda impronta sensible, no se puede pensar en un tratteggio en un plano de color puro, especialmente, si éste es un primario. Otra de las diferencias con el arte tradicional es que el término "funcionalidad" a diferencia del utilizado por Brandi, aparece ahora en el contexto del aporte de la energía eléctrica para el movimiento real y la iluminación.

 

En el arte óptico especialmente, hay determinado tipo de superficies en la que la instancia histórica de esa capa pictórica no tiene relevancia si no cumple con la función con la que fue creada, como por ejemplo, un blanco de origen y que por oxidación haya perdido saturación ensuciándose, o determinado acabado superficial, mate o brillante, con intenciones de provocar reflejos o absorberlos. 

 

En el arte cinético, la edad de la obra de arte es cuando nació la idea y se concretó y la instancia histórica de esa ‘capa pictórica’ es irrelevante hasta cierto punto. Por ejemplo, en el MAMbA  hay una obra de Julio Le Parc de los años ‘60 que consta de una serie de teselas acrílicas (10 tiras de 10 teselas acrílicas sobre un fondo blanco). El fondo era original y estaba muy amarronado por el envejecimiento de la capa pictórica y los acrílicos habían perdido su transparencia primera. Julio Le Parc y su hijo se encargan de supervisar la circulación o publicación de su obra. Al ver el fondo tan oscurecido dijeron que no era viable su exhibición. Entonces se decidió rehacer ese fondo porque ya no cumplía con las funciones para las cuales había sido creado, al igual que las teselas. Ese tipo de obras tiene como fecha de nacimiento la concreción de la idea original. Algo interesante en lo que coincidí con ellos.

 

Obra de Julio Le Parc - Detalles del antes de la intervención, del proceso de rearmado y foto de la obra exhibida.

Es un momento en que aparecen los múltiples, donde el artista hace una serie de una misma obra. Esto está muy relacionado con el arte concreto -mediados de la década del ‘40- donde se empieza a trabajar con materiales industriales que dan otras facilidades y acabados.

 

Por ejemplo, a Raúl Lozza le causaba una sensación de espacialidad el brillo en sus piezas. Luego de probar varios métodos llegó a la conclusión de que el pulido con piedra pómez molida le daba el acabado que él necesitaba. A partir de entonces, mezclaba óleo con los esmaltes que se usaban en aquella época, que ya eran marca Alba, y después del secado, pulía y obtenía un acabado que es muy parecido a lo que actualmente conocemos como melamina. Esta sensación de espacialidad de la que habla Lozza, es difícilmente compartida por otro, pero creo que ese es un punto de partida para el conservador, aunque el artista sea el único en todo el planeta que piense de ese modo.

 

¿De qué manera documentás estas investigaciones?

 

Yo tengo algunos trabajos escritos al respecto, de hecho estuve hace poco en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, donde presenté un trabajo hecho con el Dr. Fernando Marte, sobre un tipo de pintura industrial que utilizó mucho el informalismo, entre fines de los cincuenta y principios de los sesenta. Mi tesis de graduación en artes visuales se desarrolló sobre ese tema y el contacto con el autor.

 

¿Cómo documentan en el Museo la intención del artista en obras ingresantes?

 

Cuando se adquiere una pieza o se recibe una donación se le solicita una ficha técnica al artista. En obras de temáticas de nuevos medios audiovisuales, por ejemplo, se contacta a los artistas para determinar su elección de migración a otros soportes, aunque que hay otros que prefieren mantener determinado medio.

 

Hay políticas para este tipo de obras que las establecen los museos. Muchos, prefieren mantener el soporte original, podría ser un cassette, y sin migrarlo, utilizarlo mientras tenga funcionalidad. Son políticas protocolares propias de cada institución. Yo creo que cuando un artista expone en un museo, lo primero que hay que hacer, es tener una entrevista con él para obtener toda la información sobre distintos aspectos de su obra, más allá de las tácticas de preservación o posible migración, si no de cuestiones relevantes al tema expositivo y todo lo que ello involucra.

 

¿Qué relevancia, desde tu punto de vista, tiene para el conservador contar con las expresiones de los artistas? ¿Y qué opinas en caso de discrepar éstas con la teoría de las prácticas de conservación?

 

Para mi es esencial contar con las reflexiones de los artistas, es el punto de partida. No siempre es correcto trazar una línea que coloque al autor de la obra de un lado y al conservador del otro, en algún punto tiene que haber un encuentro porque, de lo contrario, hay obras que podrían quedar totalmente invalidadas en su discurso. En intervenciones que tuve que hacer en obras de Raúl Lozza y de Martín Blaszko tuve la oportunidad de realizarlas junto a ellos por lo que hubo un acuerdo.

 

Por ejemplo, Raúl Lozza tenía una fundamentación matemática para la relación del color entre cada plano y el fondo. En la primera entrevista que tengo con él, yo le digo “los colores van a envejecer y van a cambiar” y ahí un poco toda esa teoría tan precisa se debilita, porque el cambio sí o sí sobrevendrá y no hay nada que hacer, el envejecimiento es inevitable.  De más está decir que en este período, la originalidad de la capa de color de los planos está fuera de discusión. En la restauración de una de sus obras tuve que rehacer un fondo, al cual el artista considera sólo desde su carácter de muro, aportando el color para dialogar con los planos. Le habían colocado un barniz industrial que estaba muy corroído y coloreado, y otros daños importantes, que afectaban la relación original. Se rehízo con su técnica de óleo y esmalte pulido hasta que el artista quedó satisfecho con el acabado.

 

Yo creo que una de las características del arte moderno y contemporáneo, es que hay que particularizar cada caso, ya que no hay estrategia posible que pueda abarcarlos en su totalidad. Los italianos pudieron armar grupos de trabajo con conceptos muy precisos para encarar una tarea de recuperación –titánica- lo cual se llevó a cabo con un aporte teórico fundamental. Hoy es muy difícil porque casi todos los casos son muy particulares.

 

En los museos, sin bien hay un gran número de piezas tradicionales, aunque contemporáneas, la mayoría se diferencian netamente, están planteadas desde conceptos que son vitales para el artista y en algunos casos únicos. En el arte conceptual, el deterioro puede no tener ninguna incidencia en el planteo del artista ya que podría tratarse de una idea planteada en un material, que aún deteriorado, no tenga ninguna incidencia en la propuesta del artista. Lo mismo sucede cuando hay que reconstruir una pieza efímera en cada exhibición que es montada. Tuvimos una obra de un artista americano, L. Weiner, que era un texto que exigía aplicar pintura con un spray en el piso durante dos minutos y traía indicaciones de cómo ejecutar: a qué distancia se debía aplicar y durante cuánto tiempo.

Cuando le pregunté a Lozza qué hacer ante un daño grave en uno de sus planos coloreados, cuando él ya no estuviera presente. Si creía posible intervención mínima, me responde: antes que eso prefiero una obra falsificada pero completa. De un lado está la opinión del artista y del otro lado uno, algún punto de encuentro tiene que haber, pero como ven, no todo es tan fácilmente solucionable.

 

¿Te parece que en este tipo de casos, con puntos muy alejados, se puede tratar de explicar al público que va a ver esa obra, que como método de intervención se optó por alguna acción contraria a las manifestadas por el artista? Por ejemplo acompañando la obra con alguna aclaración de que el artista en vida hubiera preferido otra cosa. ¿Pensás que el público comprendería ésto?

 

Creo que es una acción a llevar desde la investigación para difusión, y sí, creo que debe alcanzar al público, pero en sala no sé si es lo conveniente, se puede solucionar con desplegables gratuitos. Con la gestión anterior del museo, si bien tuvimos algunos desencuentros, nunca se me exigió hacer algo con lo que yo no estuviera de acuerdo y se me escuchó a la hora de pedir que se eduque al público, sobre todo en cuanto al alcance de las intervenciones, asumiendo siempre la mínima actividad posible sobre las piezas. Lo mismo sucede con la actual gestión.

Instrucciones enviadas por L. Weiner para el montaje de su obra

Y el problema acá fue cómo podíamos proteger el piso en ese momento. Pusimos un film autoadhesivo y transparente en el piso y a los dos minutos de aplicar el spray se levantó por la acción de tanto solvente. Finalmente, hicimos algo que funcionó bastante bien, que fue aplicar una abundante cantidad de cera microcristalina en el piso y realizar allí la ejecución consiguiendo no invalidar el resto.

 

El conceptualismo no es algo muy preciso, hay obras para las cuales el cuerpo de la pieza es importante, otras en las que no existe tal cuerpo y también otras que deben reconstruirse cada vez que se hace una muestra. Hay que particularizar cada caso.

 

La posición del artista siempre me resultó valiosa, cierta vez, frente a una escultura blanca de Martín Blaszko (Columna Madí, propiedad del Malba) visiblemente dañada en su capa pictórica, le consulto al artista acerca de la posibilidad de realizar una buena limpieza, una reposición de color sólo donde hay problemas, para respetar la entidad histórica de la capa. Me responde: “no, porque esta obra no es una pintura, es una escultura y yo le di el blanco nada más que para realzar las formas y que la veta no perturbara esa lectura”. Ahí ya hay un punto de inflexión para uno, porque es el artista el que te está diciendo yo le estoy dando blanco para que no moleste la veta y no me interesa si éste blanco que doy hoy, el día de mañana tiene problemas. Ahora hay muchas maneras de hacerlo. Son las problemáticas con las que chocamos nosotros que a veces crean un dilema ético. Aunque hay muchas otras obras de la misma época con las que tengo que trabajar con los estándares que todos conocemos, el del arte tradicional.  

 

 

 

 

Obra de Raúl Lozza - Foto antes de la restauración. Detalle de daño. Foto de la obra restaurada. 

¿Qué respuesta tenés de los artistas a la hora de indagar sobre sus técnicas y los materiales que usan?

 

En general yo tuve un poco de suerte. El trabajo que presenté en España (16° Jornada de Conservación de Arte Contemporáneo del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Departamento de Conservación- Restauración) es el fruto del contacto con los artistas que me dijeron qué tipos de productos usaban, como el caso de César Paternosto y Alejandro Puente. El dato que me dieron sobre un tipo de material que se llamaba Pintura en Pasta, nos llevó a Fernando Marte y a mí, a investigar sobre el mismo. Era una especie de óleo de secado muy rápido que se utilizó hasta finales de los años sesenta y que aplicado en distintas maneras, muestra distintas problemáticas. Descubrimos luego que muchos artistas la usaron.  Encontramos una obra de Raquel Forner que está hecha con el mismo material y que en este momento estoy interviniendo. Un anticuario que le vendía materiales a Forner me vendió esa misma pintura. Tenemos que profundizar esa investigación, ya que es un material seguramente muy presente en la primera mitad del siglo XX, y no sólo del informalismo. Se exportaba a Europa en los años ‘50.

 

El informalismo fue un movimiento que se caracterizó por su reacción contra la geometría, desde cierta cosa revulsiva. Hace justamente unos días estuve con Luis Felipe Noé porque vamos restaurar una obra suya y me comentaba que hubo obras sobre las que hacían fila los artistas para orinarles arriba. Siempre circuló el rumor de esa historia. Quiero decir que en el informalismo se utilizaron materiales de todo tipo: pinturas sintéticas, asfálticas, pintura en pasta… Pero ¿qué tienen en común las obras del informalismo? Que no tienen un acabado homogéneo, se yuxtaponen superficies mate, con acreciones y de pronto un chorreado de una pintura asfáltica, que cada verano por el calor se reactiva, o un barniz sectorizado, por lo que a mí me parece que es un problema el acabado automático que se da en algunos talleres, barnizando estas piezas.

 

Lo que tienen en común estos movimientos es que usaron los materiales que creyeron más convenientes para expresarse y nunca se preocuparon por lo que iba a pasar. Otro tema, es que casi todos ellos, como muchos otros artistas, han reconocido haber desechado obra porque no la han podido mantener ante la inminencia de un viaje o falta de recursos.

 

Estoy haciendo charlas desde 1998 y te puedo decir que en general han tenido mucha paciencia y disposición. Seguramente ha habido errores u olvidos en los datos, pero han sido menores.

Obra de Rodolfo Azaro - Izq.: Detalle antes de la restauración. Der.: Obra restaurada en exhibición

¿Tenés oportunidad de consultar a los artistas contemporáneos cuando entregan obra al Museo?

 

Muchos se comunican conmigo también para consultar. Hay artistas que trabajan sobre fotografías con óleo que me preguntan qué me parece, muchos tienen inquietudes. Más de lo que uno piensa.

 

Vos hablas de una documentación obligatoria cuando el museo adquiere obra. ¿Por qué crees que los coleccionistas no requieren documentación de las obras cuando las adquieren?

 

No se olviden que es un producto, aparte de un bien cultural. Hoy en día los galeristas y los coleccionistas tienen mucho peso, demás está decir que si uno habla con un galerista de estrategias de intervención universalmente reconocidas, como un tratteggio por ejemplo, son inaplicables a su juicio. No creo que forme parte del andamiaje de lo que es el arte en galerías. Para nada.

 

Claro. Pero sería muy útil. Considerando que muchas piezas que hoy están en manos de coleccionistas privados y que eventualmente en el futuro pueden pasar a ser patrimonio de un museo, sería muy recomendable que las mismas llegaran acompañadas de una documentación de origen. Si además la ficha técnica contara con una  entrevista al artista para saber qué espera en el futuro que suceda con su obra…

 

Sí, claro. La documentación se acompaña de la entrevista y forma parte de la misma. Ahora estamos armando un video con un artista que trabaja con obras que son muy frágiles, para conocer su punto de vista acerca de sus expectativas sobre el futuro de sus obras y posible intervención. En el Museo Reina Sofía es muy común entrevistar al artista, aún para obras que no van a quedar en el museo. En este punto hay que tener presente que en Europa los centros de conservación de cada museo son importantísimos. Son políticas, y yo creo que también depende un poco de la posibilidad de colegiarse, de manera tal que el profesional de la conservación tenga injerencia, sea tenido en cuenta a la hora de resolver ciertas causas sobre hechos para los que la carrera nos legitima. La creación de Asacor (Asociación argentina de conservadores y restauradores) es el primer paso en ese sentido.

 

¿Te parece que se podría llegar a trabajar colectivamente para incorporar en todos los museos, como una obligatoriedad, una metodología de esta documentación que incluya las opiniones del artista  a la hora de ingresar una obra? Crear un protocolo común.

 

Está relacionado con lo que te dije anteriormente. Hay muchos factores que están involucrados, el tema son las ‘cabezas’, hay siempre un ministro de cultura de por medio. El hecho es que debería trascender a los museos de cada jurisdicción desde arriba. En el MAMbA desde la parte legal se ingresa toda la data de la construcción de la pieza, los materiales, ficha técnica y lo de la entrevista ya es un tema del departamento de conservación, por ahora. Hay que tener en cuenta que todas las obras que ingresan no necesariamente tienen a su creador vivo.

 

La intención del artista es una expresión que estuvo de moda. Uno es uno y sus circunstancias, como dijo Ortega y Gasset. El abanico es muy grande. Y hay que tener en cuenta que muchos artistas, en el devenir de su carrera, cambian de idea y no piensan siempre igual. Nos pasó con algunos artistas que quieren venir a retocar obras que están en Museo cincuenta años después de haberlas hecho, o sea que no siempre la opinión del artista es aplicable, pero sí, importante conocerla. Para Puente y Paternosto era fundamental que su obra tuviera un acabado mate, ellos relacionaban al brillo con el lujo y lo falso, era ideológico, entonces en este caso, su opinión es insoslayable.

 

Tampoco en la elección de los materiales hay siempre una intención.

 

Algunos necesitan un material en determinado momento y no hay una reflexión de lo que vaya a pasar. En el 90% de los casos no recuerdo a nadie que me haya dicho en su momento que quería que su obra durara. Incluso Puente. Son muy pocos. Es una realidad que hay que asumir que, de a poco, todas las obras van alejándose de su apariencia primera y en algunos caso llegarán a ruina algún día, pero así y todo, serán dueñas de ese aura que las hace únicas. En el Museo soy bastante minimalista, ya que uno se encuentra con obras que están invalidadas porque se las repintó para una exposición. No hay mucha conciencia de eso, no siempre se respeta la nobleza que tiene un material que muestra la edad que tiene. Yo en eso trabajo mucho.

 

¿Qué preguntas a los artistas te parecen imprescindibles?

 

Por mencionar algunas:

- Si el grueso de su obra es divisible en estratos, de acuerdo a los materiales utilizados y técnicas de ejecución, y con qué intenciones estéticas o ideológicas fueron aplicados.

- ¿Cómo han sobrevivido el paso del tiempo de acuerdo a esas variantes?

- En caso de que él no esté presente ¿qué aspecto de su obra podría ser intervenido por un restaurador y de qué modo?

- ¿Barnizaba sus piezas? ¿Para acabado final o protección?

Lo que no quiere decir que nos sirvan todas las respuestas, nos interesa el pensamiento del artista. Yo en el Museo tuve que defender obra de intenciones de algunos artistas que pretendían repintarlas o rehacerlas, cuando no había motivo, tal vez el tema, es que después de cierto tiempo, no se sienten representados por ellas. Hay quienes nunca se interesaron por lo que pudiera pasar con su obra, mientras viven quieren verla y que trascienda y hay otros como Juan Melé, muy interesados por la perdurabilidad de sus piezas.

 

El artista plástico Sebastián Gordín trabajando en la instalación de su obra

Vos comentabas que había que convencer a las autoridades de que hay que educar al público ¿te parece que hay que educar también a los artistas acerca de la permanencia de sus materiales? ¿Los aconsejarías sobre qué materiales utilizar?

 

Aconsejo sólo si me lo piden. Creo que un sólo un 5% de los artistas se preocupa por eso. En base a la obra que hay en el MAMbA te diría que a la mayoría no le ha preocupado la permanencia de sus materiales al momento de hacerlas, y no porque no lo quisieran, sino porque no se lo planteaban como tema, simplemente, tenían otras urgencias expresivas como meta inmediata. Me doy cuenta de que ellos siguen recurriendo a materiales que les dan algún resultado determinado y se sabe que muchas de esas obras serán irrecuperables. Por ejemplo, se utilizó mucho la resina poliéster. En una obra como la de Norberto Gómez el deterioro que se observa en la resina, de algún modo, acompaña sus obras, sobre todo con un trasfondo relacionado con el período que arranca en el '76.

 

Para toda la obra geométrica y concreta, sobre todo en el caso de las piezas del movimiento generativo, Miguel Ángel Vidal y Eduardo Mac Entyre, mandé a hacer sesenta cajas acrílicas y fondos, para que esas obras estén resguardadas, porque un daño en una pieza de ese tipo es imposible de recuperar. No siempre controlando la luz y el clima podes defender la obra. El cambio acontece siempre. Los artistas suelen preocuparse por esto varias décadas después cuando llega la primera muestra retrospectiva. Y lo que no interesaba en su momento ahora interesa. No es una crítica, es un hecho.

 

Tampoco hay una exigencia de parte de los compradores de obra de que se les garantice que los materiales usados sean perdurables, es antagónico del arte. Aunque Rogelio Polesello me comentó que en Estados Unidos un coleccionista que le compró una pieza había demandado a un artista que le vendiera una obra con materiales no perdurables, me parece que es absurdo. Hubieran sido demandados, Berni, Heredia, Del Prete y un montón de otros geniales artistas.

 

También habría que practicar un poco la resignación, porque estamos todos de paso, es un hecho a asumir tarde o temprano. Más bien la aceptación de que hay un fenómeno, la degradación, que existe y que va a existir siempre, uno como conservador busca desalentarla, desacelerarla, hay que convivir con ello. En el Museo hay obras que yo sé que no están muy bien, que sus materiales tienen signos de fatiga, pero actúo sólo cuando es necesario. En los años que estuve aquí nunca nadie exigió otra cosa, por ejemplo de presentar una ‘niña bonita’ en vez de un cuadro. Y sí pasa en muchas exhibiciones, yo me doy cuenta que fueron tratadas todas las obras de la misma manera y se pierde mucha naturalidad, para mí no es lo mismo. Yo trato de ser bien minimalista en lo que puedo.

 

Se trata un poco de educar al público, educar a las autoridades que en cierta manera están relacionados. Es también la idea con la que hacemos CONVERSA, tratar de interesar a un público y que ese público interese a las autoridades que lo representan. En muchos museos de afuera se ven exhibiciones acompañadas por muestras ‘paralelas’ de los procesos de restauración.

 

Para que pase eso, los museos tienen que exhibir su patrimonio y no todos lo hacen.

 

Otra cosa que se ve mucho en museos de afuera es que en todas las exhibiciones se incluye al conservador a cargo o al departamento de Conservación en los créditos.

 

Hasta hace unos años realicé trabajos de conservación para la Universidad de Tres de Febrero y se dio el hecho -de alguna manera inaugural- de hacer figurar en los créditos en sala al conservador, como debiera ser en todos los casos. Lo mismo en la Fundación OSDE. Teresa Constantin y Diana Wechsler son ejemplos de cómo se debe actuar, interdisciplinariamente.

 

En muchas de las decisiones que se toman en el MAMbA, para seleccionar o intervenir piezas para exhibición, los curadores me consultan bastante, y aunque parezca muy elemental, suele no darse con frecuencia.

 

Por otro lado, creo que los museos locales no son lo que en general el público espera. El contraste con lo que ven en otras regiones es alto. Hay público interesado particularmente en el arte y que es menor, otro que quiere involucrarse, otro público para cual el museo forma parte de su paseo dominical, y otro que es llevado en colectivos naranja. Para la mayoría de ellos, los museos lamentablemente no cubren las expectativas que de ellos se tiene, aún para artistas e investigadores. Por eso es tan difícil establecer este debate de pocos, de hasta dónde uno llega con la intervención, qué hace y porqué lo hace. No va a estar nunca en la gran palestra esta discusión. Por eso es bueno lo que hacen con la revista CONVERSA y desde ASACOR. 

 

Todavía seguimos explicando de qué se trata nuestra tarea. Falta ponernos en un plano, aunque sea mínimo, de conocimiento público. Que se sepa que los museos trabajan para preservar el patrimonio, que el patrimonio es del público y que éste debe reclamar que ese patrimonio se cuide y se exhiba. Entonces pareciera que es más fácil empezar por interesar al público y que las autoridades al ver ese público interesado…

 

¿Y cómo lo llevarían adelante?

 

No estamos seguras. Nosotras, por ejemplo, intentamos desde CONVERSA que es lo que está dentro de nuestras posibilidades y estamos permanentemente apoyando a los que tienen algo para hacer. El ‘cómo’ te lo preguntamos a vos que sos nuestro entrevistado.

 

Ojalá tuviera las respuestas. Yo estoy acá en el Museo hace veinticinco años y estoy trabajando solo, no tengo un equipo.

 

¿Por qué no?

 

Políticas internas, no hay otra explicación. En esta gestión se está poniendo en marcha un proyecto para dotar al taller de instalaciones de última generación, de acuerdo a estándares internacionales, para realizar todo tipo de intervención, sobre todo las más riesgosas para el operador, así como también, un programa educativo de entrenamiento, tanto para posgraduados, como para técnicos de otros museos, que por distintas razones, en especial, la distancia, no tienen la posibilidad de hacerse de herramientas teórico-prácticas.

Estudio de una obra de Alejandro Puente mendiante la inspección ocular con diferentes técnicas de iluminación

¿Qué reflexión podes hacer acerca de la situación actual de los conservadores en los museos?   

 

Por un lado, creo que los conservadores y el patrimonio en general no figuran en el ideario político. No se puede exigir cambios en plataformas que no existen. Y pedirle a alguien que nos diga qué se va a hacer en cultura es iluso. Hay una confusión entre la cultura verdadera y el consumismo o turismo cultural, aunque tampoco es un tema de discusión generalizado, salvo en pequeños espacios en distintos medios.

 

En el caso del Museo Nacional de Bellas Artes, en la gestión de José Nun en Cultura y Américo Castilla como director nacional de patrimonio y museos, o algunos dependientes de la universidad, como el Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, bajo la dirección de José Antonio Pérez Gollán, han trabajado muy seriamente.

 

En el MAMbA he trabajado siempre muy cómodo en cuanto a decisiones de intervención, pero es mi aspiración a que sea un lugar de reflexión y entrenamiento para lo que llamo sintonía fina, y el primer paso, es la correcta interpretación de ese sujeto, la obra de arte.

 

Ahora se está trabajando para actualizar la información de las obras del museo e incorporar nuevas categorías que la contemporaneidad plantea. También estamos tratando con Viviana Gil, fotógrafa del Museo, de innovar en el tema de imágenes para abordar la obra con distintas estrategias y herramientas para el seguimiento de su estado de conservación, aunque todo se hace con trabajo, mucha voluntad y todavía, sin el concurso tecnológico que el patrimonio amerita. Son procesos lentos, estamos hablando de un museo con alrededor de ocho mil piezas.

 

¿Estás escribiendo?

 

Siempre retomando lo ya escrito. Me pasa que soy obsesivo y no cierro algo fácilmente, creo que todo es más complejo de lo que parece ser, y en cada mirada, aparecen nuevas preguntas. He publicado poco, además de un capítulo completo en el libro que acaba de editar el Museo. El inconveniente de no hacerlo, es que como uno se va enriqueciendo con las experiencias día a día, nunca cerrás un tema y seguís sumando.

 

¿Cómo te parece que podríamos afianzar la profesión, cómo se podría difundir nuestro trabajo?

 

Quizás una posibilidad sería encarar la edición de un material informativo, tipo un despegable, a ofrecer en museos y otras instituciones afines para el público en general y con información básica y sintética para que la problemática trascienda. Los otros circuitos, los más especializados, son los de siempre, nacionales o internacionales, y bastante íntimos o cerrados.

 

En los años ochenta, en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, bajo la dirección de Hugo Monzón, realizamos una experiencia que tuvo una trascendencia que no esperábamos. Se mostraba la actividad del taller de restauración. Teníamos cuadros muy dañados del siglo XIX para los cuales pedíamos voluntarios que apadrinaran la restauración mediante una donación. Recuerdo que hice una maqueta, una especie de macro de lo que es un corte estratigráfico de una pintura. También hicimos un cuarto oscuro y sobre la pintura de un amigo (un paisaje) le coloqué una firma con otro material. El visitante accionaba un botón que apagaba la luz de tungsteno que iluminaba la sala y se encendía automáticamente la lámpara UV que mostraba cómo reaccionaban los distintos materiales no contemporáneos. Cada actividad tenía su información explicativa de distintos fenómenos o procesos. Es algo que se podría recrear. En la fundación OSDE espacio de arte, Gabriela Siracusano presentó la muestra Las entrañas del arte, desde ésta óptica también.

 

¿El Museo da cursos de capacitación o actualización o charlas abiertas para el público en general?

 

No por ahora. Pero la directora, Victoria Noorthoorn, pretende del futuro laboratorio del que les hablé, hacer también un centro de formación. A mí la idea me encantó, pero será cuando el proyecto se concrete. Sin duda el laboratorio tendrá esa responsabilidad, la de investigar y difundir investigaciones y actividades.  

 

Muchísimas gracias Pino

 

 

Nota: Las imágenes son cortesía de Pino Monkes

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