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¿Qué nos deja la historia de la CONSERVACiÓN en argentina?

Por Silvio Goren 

Ponencia presentada en 3° Encuentro Internacional de Conservación Preventiva e Interventiva organizado por el Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. Buenos Aires, marzo 2015

Argentino. Conservador restaurador privado en colecciones artístico-históricas. Docente en materia de Conservación Preventiva y Restauración. 40 años de experiencia en la profesión.

La historia de determinado ámbito o profesión no siempre comienza en el medio local, sino que resulta de alguna casuística proveniente de “otro lado”. 

 

Esto así ha ocurrido con la Conservación en Argentina, donde en inicios, podría decirse incluso que hemos tenido… mala suerte.

 

Cuenta el maestro Luis Torres –pionero de la Conservación mexicana- que el impulso inicial de la disciplina en Latinoamérica fue originado por la Unesco, que ante las depredaciones producidas en las guerras mundiales estimaba necesario crear un plan de divulgación en cuanto a la preservación del Patrimonio de la Humanidad, no sólo para Europa sino también para los otros continentes.

Dr. Paul Bernard Joseph Marie Coremans

Fue alrededor de 1960 que la Unesco delegó en uno de sus científicos más destacados este plan de difusión: el Dr. Paul Bernard Joseph Marie Coremans -científico, historiador y conservador de origen belga-, quien impulsó la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

 

El Dr. Coremans, era un reconocido experto internacional de la UNESCO, quien fuera fundador del Instituto Internacional de Conservación (IIC), creador de muchos centros de investigación y conservación a nivel internacional, y Fundador del Instituto Real del Patrimonio Artístico de Bruselas - Bélgica (Institut Royal Du Patrimonie Artistique, IRPA).

 

Y aquí viene el aspecto de “mala suerte” para la Argentina -previamente mencionado-, ya que la Unesco ofreció a nuestro país la posibilidad de establecer una sede del entonces llamado Centro Latinoamericano de Conservación de Obras de Arte. Pero, quizás dado porque la institución requería de una contrapartida del país beneficiado para la propuesta, o bien por el desconocimiento de los funcionarios…lo cierto es que la Argentina lo rechazó.

Pero no fuimos los únicos en tener esta actitud. La misión de UNESCO escogió entonces a Lima como sede de este Centro Latinoamericano y también a su Museo de Arte donde funcionaría provisionalmente, por ser el Perú poseedor de un valioso patrimonio artístico y cultural; incluso pre-gestionando una donación del primer equipo de conservación y de laboratorios de química, física y fotografía científica. Lamentablemente el gobierno de aquél momento consideró que esta colaboración de la UNESCO no era necesaria, y también la rechazó.

 

Fue entonces que el Dr. Coremans decidió ofrecérselo a México, que contaba con el antecedente –desde 1961- de un Departamento de Catálogo y Restauración, creado por el académico del INAH, Manuel del Castillo Negrete.

 

A partir de allí ese movimiento se creó un valioso semillero para Latinoamérica, donde se nutrieron muchos profesionales argentinos.

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LA ARGENTINA

 

Es el año 1945 en nuestro país. El término “conservación” está aún lejano de la disciplina que hoy nos involucra y se lo emplea genéricamente, como sinónimo del verbo preservar.

 

En esa época se menciona casi únicamente a la “restauración”, que incluso casi exclusivamente se refiere a las “obras de arte” ya que la definición de Patrimonio no se encuentra aún acendrada, con los contenidos que hoy involucra, referentes a implicancias insoslayables como lo histórico, lo cultural, lo intangible, etc.

 

Las instituciones museísticas tenían estos aspectos un poco más claro, pero aún “se pensaba” genéricamente que la solución de las problemáticas sobre las obras tenían como solución: la restauración. Claro que este concepto iba a modificarse profundamente cuando aparecieran los estudios y normas de la Conservación Preventiva, pero para esto hubo que esperar un buen tiempo.

 

Por ello, la restauración era una ocupación destinada fundamentalmente a lo estético y –salvo honrosas excepciones- era llevada a cabo por artistas plásticos o artesanos “ingeniosos” que maquillaban las problemáticas, sin el conocimiento indispensable para evaluar la necesidad y límites de una intervención, así como las consecuencias posteriores de los tratamientos inventados y los materiales arbitrarios empleados, de los que se desconocía la acción que en el futuro ejercerían sobre la materia de las obras.

 

Esto no fue privativo de nuestro país. Ocurría también por ejemplo en la madre Europa, en que algunos personajes “destacados” (¿por la moda o el protagonismo personal?) hicieron estragos sobre obras importantísimas. Existe hoy mucha documentación al respecto, y en general las instituciones importantes han puesto sobre estas historias un “manto de piedad”, entendiendo que aún con la mayor voluntad de los restauradores, todavía existía una gran ignorancia sobre temas técnicos, que luego la ciencia ayudó a esclarecer.

 

Pero ya que mencionamos a los aspectos de la documentación, recordemos que la comunicación con el extranjero era prácticamente nula y los escasos estudios o informes profesionales no eran accesibles, ya que incluso muchos restauradores guardaban sus sistemas de trabajo en el mayor secreto. Algunos de estos apuntes, obtenidos luego del fallecimiento de estos artesanos, pueden considerarse hoy una mezcla de gracia y... terror.

 

He mencionado los años ’45 debido a que en esa época aparece en Argentina el primer texto dedicado a la especialidad. Se trata del libro de Jorge Saavedra Méndez, publicado bajo el título de “Conservación y Restauración de Antigüedades y Objetos de Arte”. Este contiene una gran cantidad de ilustraciones –con 12 láminas a color, adheridas manualmente-, que trata sobre unos 18 tipos de “obras de arte”, y en los que incluye recomendaciones para la conservación, la descripción de ciertos trabajos de restauración, fórmulas relacionadas a estas tareas; pero por sobre todo, la advertencia de que el lector debe limitar su intervención acorde a su propia experiencia en el restauro.

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Este libro fue, por muchos años, el único material “formal” que podía conseguirse por estas latitudes. Todo lo demás provenía de la transmisión “boca a boca” o por medio de algún restaurador que oficiara de maestro, cosa que no era fácil de conseguir.

 

Esta dificultad ocurría porque las personas que trabajaban como restauradores normalmente no estaban dispuestos a la enseñanza. Varios de estos profesionales eran extranjeros que habían recalado en Argentina, y –fuera de que pudieran no sentirse inclinados a enseñar- posiblemente entenderían que su actualización técnica estaba atrasada, por estar alejados de sus fuentes de conocimiento.

PIONEROS MAESTROS

 

Hubo en esto una destacable excepción, quien fue el Maestro Juan Corradini; una de las personas que más contribuyó a la formación de restauradores en el país.

 

En esa época fue el único profesional que solía viajar a los congresos internacionales para actualizar sus conocimientos, siendo asociado al International Institute of Conservation of Historics and Artistic Works (IIC), una importante institución inglesa, enfocada hacia los aspectos científicos de la Conservación.  

 

Verdadero maestro -por naturaleza personal-, formó grupos de estudio organizados e impartió sus enseñanzas hasta el año 1983, en que fallece. Muchos de sus alumnos fueron profesionales renombrados y varios continuaron luego con la consigna de la retransmisión de conocimientos.

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Debe destacarse que fue también Corradini quien –a partir del año 1971- aportó importante material didáctico para el medio, con sus “Cuadernos de Apuntes”, que fueron difundidos por toda Latinoamérica.

 

Mientras obraba como Jefe del Departamento de Restauración del Museo de Bellas Artes, sus textos (producidos artesanalmente con “máquina de escribir”), por primera vez acercaban al medio un desarrollo técnico preciso, fundamentado en cada fase de las operaciones de intervención, con imágenes didácticas y con el sólido respaldo de la Física y la Química, materias que necesariamente incorporaba a sus enseñanzas; y donde estaban también presentes los conceptos de la Conservación.

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Cerca de los años ’70 regresa al país otro de los profesionales a los que mucho se debe en cuanto a la enseñanza y divulgación: el Maestro Domingo I. Tellechea, quien por entonces se encontraba trabajando en el instituto Butantan (Brasil).

 

Mencionaremos que de inicios fue contratado como restaurador en el Museo Policial, luego fue nombrado Director del Museo de Casa de Gobierno de la Nación y ofició como profesor en el Instituto Argentino de Museología; donde no sólo impartió conocimientos a los alumnos de la carrera, sino que comenzó a crear cursos de restauración para abrir el espectro de la difusión en nuestra temática. 

 

Años más tarde abre su propia institución –el Instituto Técnico de Restauración- con una carrera privada, por la que pasaron una gran cantidad de alumnos a lo largo de varios años, muchos de los cuales hoy se encuentran también en la labor de la enseñanza o trabajando en instituciones afines.

Con material técnico acumulado por años, en 1981 decide editar un manual (su “Enciclopedia de la Conservación Restauración”; extenso texto con la mención y aplicación de muy variados materiales del restauro (tradicionales y “de punta” en su momento), técnicas de aplicación, etc. Este es un verdadero vademécum que mucho ha servido para las consultas profesionales.

 

Entre otras múltiples actividades sobresalientes, el Maestro Tellechea fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, por la Legislatura argentina, en el año 2012.

 

EL AÑO 1974 – El Centro Argentino de Restauradores

 

Los cursos de Tellechea dieron la posibilidad de contactar a un buen grupo de restauradores, que se hallaban dispersos y sin conexión entre sí. Esto creó la posibilidad de agrupar a los profesionales del área, creando el Centro Argentino de Restauradores, entidad que obtuvo la Personería Jurídica y que comenzó a reunirse con el objetivo fundamental de difundir la profesión y mejorar la actividad.

 

Su vigencia se mantuvo por aproximadamente 10 años, durante los cuales se hicieron reuniones mensuales con disertantes afines a la temática restaurativa.

 

El Centro editó una revista propia, con temáticas de la Conservación-Restauración, de las cuales se produjeron 8 publicaciones a lo largo de su existencia. 

 

Lamentablemente, en proximidades del año 1992 se intentó fusionar los dos mayores grupos de referencia –correspondientes  a los Maestros Corradini y Tellechea- para lograr un contexto potenciado en la profesión.  Se hicieron reuniones.  Pero no pudo ser.  Una pena.

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LA FUNDACIÓN ANTORCHAS

 

Creada en 1975, a la Fundación Antorchas se le debe buena parte de la evolución de la Conservación en la Argentina. Entre otros objetivos, tuvo importante actuación en nuestro medio efectuando concursos, otorgando becas y subsidios para estudios e investigaciones relacionadas a proyectos relacionados al patrimonio cultural de la comunidad, actuando incluso sobre la conservación de sus bienes.

 

Junto a la Academia Nacional de Bellas Artes creó la Fundación Tarea –un destacado taller de restauro, con notorios profesionales a cargo- que promovió la restauración del arte colonial.

 

En asociación con instituciones y profesionales extranjeros de la Conservación (por ejemplo el Instituto Smithsonian, de EEUU), permitió profundizar y ampliar la formación en el ámbito de la Conservación/Restauración argentina.

 

Actuó en el país durante 30 años y cesó su actividad en el año 2006.

LOS AÑOS ‘80

 

La iniciativa de algunos profesionales del Centro Argentino de Restauradores hizo que el año 1980 marcara un hito en el medio de la Conservación/Restauración argentina. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se generó la idea de asistir a la "XII Conferencia General del Consejo General de Museos (ICOM)", en México, que tenía integrada actividades profesionales para los Conservadores (ya que sesionaban paralelamente a los Museólogos).

 

Esto, a su vez implicó una nueva iniciativa: los integrantes del grupo se asociarían al ICOM (entidad que abarcaba también a los restauradores) y al IIC, que como se mencionó, es una institución dedicada a la evolución científica de la Conservación.

 

Por otro lado, el congreso brindaba la oportunidad de contactarse con la escuela mexicana de Churubusco, en la que podían encontrarse los adelantos técnicos de la época y reunirse con los más destacados profesionales de todo el mundo.

 

Esto redundó en una importante secuencia de contactos que permitió incorporar gran cantidad de material didáctico para difundir entre los profesionales argentinos.

 

Por sobre las temáticas técnicas generales, parte importante de esa documentación implicó las informaciones referentes a la Conservación Preventiva, temática verdaderamente escasa en nuestro país, absolutamente necesaria para incorporar a la actividad.

 

Fue tal el logro de este movimiento, con los beneficios que aportó para nuestro medio, que de inmediato se crearon planes para asistir al siguiente congreso, siendo el primero al año siguiente, en Canadá, producido en el ámbito del IIC pero con sede en Instituto Canadiense de Conservación (ICC), otra gran institución, altamente científica y vectora en el mundo.

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EL PROYECTO ROA Y SU PASO A LA LICENCIATURA PARA LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE LOS BIENES CULTURALES

 

En 1984, con sede en la Escuela Nacional de Cerámica, se da inicio al Proyecto ROA (Restauración de Obras de Arte), primera iniciativa oficial para la enseñanza de la restauración.

 

A diferencia de los talleres libres –y de corta duración, en general- existentes hasta entonces, se intenta en este programa profundizar la práctica necesaria como para consolidar los conocimientos de los alumnos.

 

Los docentes a cargo son restauradores experimentados y son habilitados oficialmente para la enseñanza. Pero dos de ellos –Estela Court y Viviana Domínguez- tienen la aspiración de llevar la escuela a instancias superiores, para lo que van elaborando un programa más ambicioso.

 

Doce años después estas profesionales encuentran la posibilidad de presentar el proyecto de una carrera de grado, dado que el Poder Ejecutivo -a fines del ’96- crea una institución con el objetivo de transformar en universitaria la educación artística, para lo cual agrupa diversas instituciones históricas del arte, creando así el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA).

 

El proyecto ROA subsiste hasta finales del año 1999 y las restauradoras –con la colaboración de un grupo de profesionales del área- logran incluir en el programa general una nueva área, que es hoy la Licenciatura para la Conservación y Restauración de los Bienes Culturales, con 4 años de duración y diversas especialidades, dependiente del Departamento de Artes Visuales, y que cuenta con una tecnicatura intermedia en Conservación y Restauración.

 

Esta es finalmente la primera carrera de grado argentina, vigente desde hace 15 años. Es interesante destacar que, fuera de una preparación técnica normatizada, la carrera impulsa a sus alumnos a “organizar, coordinar y dictar conferencias y seminarios dedicados al intercambio de conocimientos y difusión de los criterios conservacionistas”; actitudes necesarias en el campo de la Conservación/Restauración.

 

En síntesis, la Universidad Nacional de las Artes (UNA) -anteriormente Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA)-, es una universidad argentina fundada en 1996 para agrupar y coordinar varias instituciones oficiales de ámbito nacional dedicadas a la enseñanza de las bellas artes y la Conservación.

 

EL CONGRESO ICOM EN ARGENTINA Y EL ICOM-CC

 

En el año 1986, gracias a la gestión de la Lic. Mónica Garrido -entonces Presidente del ICOM Argentino y Directora Nacional de Museos- la Argentina fue nombrada sede de la XIV Conferencia General del ICOM bajo el lema los “Museos y futuro del patrimonio: señal de alerta” donde se abordó desde un punto de vista interdisciplinario la implicancia social y política de los museos y el patrimonio cultural y natural como así también los aspectos científicos y técnicos de su preservación.

 

Por esas épocas el ICOM había ya gestionado un espacio profesional de nombre “Comité de Conservación (ICOM-CC)” para que Conservadores y Restauradores pudieran sesionar por separado, dada la gran cantidad de inscriptos con que contaban.

 

Este Comité está hoy conformado por 21 Grupos de Trabajo (Working Groups) agrupados por especialidad, pero todos relacionados a la Conservación y Restauración, para promover el estudio y análisis de las obras culturales, históricas y significantes.

 

Considero difícil que nuestro país pueda reeditar algo semejante. Fue uno de los congresos mejor organizados a los que me tocó  asistir, con cerca de 1.200 participantes (provenientes de todo el mundo) y que implicó un costo de más de U$S 1.000.000.-

 

Tuvimos allí la oportunidad de encontrarnos (en nuestro propio suelo) con los más destacados Conservadores, Restauradores, científicos y otros profesionales dedicados a la Conservación.

 

Hoy día, la limitación económica hace que sea muy difícil asistir a estos eventos en el extranjero. Pero la existencia de Internet sigue haciendo posible una comunicación bastante fluída con estos centros vectores, y por ende la recepción de datos de interés para nuestra profesión.

 

El CENTRO NACIONAL DE CONSERVACION

 

Por la necesidad de control del Patrimonio argentino, repartido por todo el país pero muchas veces en áreas sin recursos o información para su preservación, en el año 1986 la Dirección Nacional de Museos (Secretaría de Cultura de la Nación), con el apoyo de la OEA, generó el proyecto de un Centro Nacional de Conservación del Pa­trimonio Cultural, cuyo plan incluía 5 Subcentros Regionales y móviles itine­rantes para atender e investigar in situ las urgencias para la salvaguarda de las obras en riesgo.

 

Se nombró a un grupo de asesores (técnicos en restauración) para elaborar las características y alcances del plan, sobre el que se trabajó durante aproximadamente dos años. También, con objetivo de generar futuros recursos hu­manos, se produjeron una secuencia de seminarios para personal de museos que se desarrollaron en las futuras provincias centralizadoras del proyecto, correspondientes a las cinco zonas geo­gráficas del país.

 

Desafortunadamente este proyecto no pudo contar con la infraestructura necesaria como para efectivizarlo, y al cabo de dos años tanto el plan como el grupo asesor fueron desarticulados definitivamente.

 

APOYO: LA DIFUSION DE LA DISCIPLINA

 

En 1993, y en oportunidad del congreso internacional "10th Triennial Meeting (ICOM-CC) ‑producido esta vez en Washington, EEUU-, existió la oportunidad de contactar al grupo que se encontraba organizando desde 1989, una entidad que tenía como proyecto divulgar las actividades de la Conservación en todo el hemisferio, entendiendo que muchos profesionales se hallaban aislados y muy alejados en general de la información.

 

Las promotoras de este proyecto fueron Amparo de Torres y Ann Seibert, quienes –con respaldo de la institución Smithsonian y la Biblioteca del Congreso de Washington- crearon un grupo de difusión para asociar a toda persona que quisiera pertenecer a la red, por una cuota ínfima.

 

Esta gestión rindió grandes frutos, logrando que su Boletín –publicado en Español- llegara por correo a los sitios más recónditos donde se encontraran los asociados. La vía postal era un factor importante, dado que aún Internet estaba en ciernes, y de cualquier manera muchos profesionales no contaban con un ordenador para poder comunicarse.

 

La representación argentina resultó muy numerosa en este proyecto, ya que se generaron más de 400 asociados, y en diversas ocasiones los profesionales de este país lograron becas y fondos para proyectos gracias a la información actualizada que obtenían a través del Boletín.

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Hoy día se puede hallar la historia de APOYO en el sitio http://www.apoyonline.org/history_es.htm

 

Lamentablemente el desarrollo de este plan decayó con la crisis socioeconómica mundial, por lo que el Smithsonian no aportó más la subvención para la impresión y el envío del Boletín.

 

LA CARRERA DEL MUSEO SOCIAL: NUEVA LICENCIATURA

 

En el año 2003 la Universidad del Museo Social –entidad privada- incorpora una nueva carrera: la Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Culturales con un plan de estudios que ofrece formación en ciencia, técnica y arte para desarrollar tareas que involucran la conservación y restauración del legado cultural y natural. La carrera cuenta con reconocimiento oficial y posee un título intermedio de Técnico en Conservación de Obras de Arte

DIRECCIÓN NACIONAL DE PATRIMONIO Y MUSEOS

 

Esta Dirección Nacional, dependiente de la Secretaría de Gestión Cultural, nuclea a veinte de los treinta museos públicos del país que dependen del Ministerio de Cultura de la Nación.

 

La Dirección Nacional de Patrimonio y Museos tiene la responsabilidad de entender, conducir y planificar estrategias para la investigación, promoción, rescate, preservación, estímulo, mejoramiento, acrecentamiento y difusión, en el ámbito nacional e internacional, del patrimonio cultural de la nación, tangible e intangible, inmaterial y oral, en todos los campos en que se desarrolle.

 

Se deben subrayar las actividades de esta Dirección, que con limitado presupuesto han tenido que afrontar la difícil tarea de regular la preservación de su ámbito museístico, señalando el desarrollo que han logrado progresivamente las gestiones de Américo Castilla, Alberto Petrina y la actual Directora Araceli Bellota.

 

Pero debe mencionarse destacadamente a su Coordinadora General Claudia Cabouli -de los pocos funcionarios con verdadero criterio en el concepto de la Conservación- que acompañando a todas las gestiones mencionadas logró generar un eficiente equipo de profesionales asesores.

 

Por ejemplo, a contrapartida de la “tradicional” costumbre de eliminar cargos en los Museos, esta Dirección propugna –hoy día- la incorporación de un gabinete de restauración para cada Museo.

 

Aspiramos a que esa Coordinación sea tomada como ejemplo para el resto de las instituciones de este país.

 

CONSEJO INTERNACIONAL DE MUSEOS –ICOM Argentina

 

En 1958, el Ministerio de Relaciones Exteriores convocó a los directores de museos con el fin de constituir el Comité Argentino de Museos.

 

Si bien esta institución tiene como objetivo aunar y fortalecer la actividad de los Museólogos, permitió en 1986 la realización en Buenos Aires de la XIV Conferencia General del ICOM bajo el lema los “Museos y futuro del patrimonio: señal de alerta” donde se abordó desde un punto de vista interdisciplinario la implicancia social y política de los museos y el patrimonio cultural y natural como así también los aspectos científicos y técnicos de su preservación.

COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS Y LUGARES HISTÓRICOS

 

En 1938, por un decreto por el cual se creaba la Comisión Nacional de Museos y Lugares Históricos, se daba origen a una institución pública colegiada que venía a reemplazar la antigua Superintendencia de Museos y Lugares Históricos.

GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES -  ÁREA DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES

 

Creada en 1994, el Área de Conservación y Restauración se dedica al trabajo de preservación del vasto patrimonio cultural mueble e inmueble de la ciudad.

Colecciones y Objetos, Artes plásticas, Mobiliario, Monumentos, Conjuntos o grupos de construcciones, Espacios Públicos, Sitios o lugares históricos.

CICOP

 

El Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio, Argentina (CICOP) es una institución no gubernamental que trabaja en la defensa, protección, difusión, conservación, rescate y puesta en valor del patrimonio cultural.

ICOMOS

 

El Comité Argentino del ICOMOS fue fundado el 21 de mayo de 1973. El mismo forma parte de ICOMOS Internacional (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios), que es una destacada organización internacional no gubernamental que agrupa a expertos, profesionales e instituciones que trabajan por la conservación, protección y valoración de los monumentos, conjuntos de edificios y sitios de interés histórico y cultural.

OTTO KRAUSE - Escuela de Educación Técnica N°1

 

Tecnología de conservación del papel. Curso de especialización destinado a la necesidad de preservar el patrimonio documental escrito, impreso e  iconográfico de la República Argentina.

CONCLUSIONES

 

Estimados colegas:

 

Con el advenimiento de la filosofía conservativa teníamos la esperanza de que ese movimiento creciera y mejorara exponencialmente, en el ámbito de la cultura mundial.

 

Pero estaríamos faltando a la realidad si no mencionáramos las limitaciones que deberá enfrentar la Conservación en lo sucesivo, cosa que requerirá de un tiempo difícilmente calculable ya que depende de factores que hemos propiciado los mismos humanos.

 

La globalización ha sido un “lamentable éxito”, del que apenas podemos recuperar el advenimiento de Internet y –sin duda- de adelantos tecnológicos. Pero el precio que deberemos pagar por esto es muy alto, porque implica para nuestra especie un alto grado de deshumanización.

 

Para dar idea de lo que esto representa, lo compararía con el fenómeno de los importantes monumentos que admiramos y resguardamos, como testigos significativos de la creatividad humana.  Pero no sólo debemos admirar esa producción  sin entender simultáneamente que la existencia de “las pirámides” u otras maravillas monumentales sólo fue posible a través de la presencia de algún régimen totalitario, con el sojuzgamiento y hasta la muerte de muchos seres.

 

Aunque no lo percibamos con claridad, las imágenes de la secta Isis en Irak, destruyendo valiosos testimonios históricos, son el emergente de una realidad a la que nosotros también pertenecemos. Y somos también “nosotros” quienes permitimos que quienes se erigen como conductores de los pueblos, sean individuos que han permitido esta nueva crisis de la humanidad.

 

De modo que seremos también nosotros quienes debamos tener la constancia de corregir estos errores, aportando algo para nuestro medio, lo que luego contribuirá en una cadena restaurativa de la propia sociedad humana.

 

Esta etapa no deberá ser enfrentada con grandilocuencias sino con un trabajo dedicado y constante.

 

Probablemente uno de los aspectos más importantes de esta tarea –dentro de la Conservación-, sea que debemos evitar la tendencia al individualismo (tan acendrado en nuestra idiosincrasia), dado que los mayores y mejores frutos se han obtenido a través de los grupos de trabajo –multidisciplinarios en preferencia- que han permitido desarrollar un potencial más eficaz y de mayor calidad en la obtención de resultados.

 

Si prolongamos la mirada hacia nuestros colegas latinoamericanos, también podríamos aprender de su evolución, especialmente de los chilenos y brasileños, que lograron reunir a los trabajadores de nuestra área en un gremio, lo que implica el reconocimiento oficial de nuestra ocupación.

 

Esto último no sería una simple formalidad sino probablemente “el siguiente” paso, dado que ya contamos con profesionales diplomados, pero no con un colegiado que nos aúne; lo que sería necesario para regular la actividad, con el marco legal que le corresponde; y la obtención del respaldo que esto implica para nuestro medio profesional.

 

Queda esto en nuestras manos.

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