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UN LABERINTO DE ÓNICES, ALABASTROS Y TRAVERTINOS

Sección Piedras en el camino del Arte 

Por el Dr. José Sellés-Martínez 

José Sellés-Martínez

 

El responsable y coordinador de la sección es el Dr. José Sellés-Martínez, geólogo y profesor del Dpto. de Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires, quién, entre otras tareas, se ocupa de la coordinación de los programas de divulgación científica de dicho Departamento, del Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales (IGEBA) y de la Sociedad Científica Argentina. Es además, miembro del Comité Editor de la revista EXACTAMENTE, órgano oficial de la Fac. de Ciencias Exactas de la UBA, en la que escribe una sección fija sobre Ciencia & Arte

En los tiempos previos al desarrollo de la mineralogía y de la química no existía, naturalmente, el concepto de “composición mineralógica” de un material pétreo tal como lo conocemos hoy en día. Los distintos tipos de rocas se diferenciaban más por sus propiedades físicas, las que definían sus usos. Se distinguían así colores, texturas y sobre todo su grado de compactación y su dureza, que condicionaban su resistencia a diferentes usos (bloques para construcción, para escultura, para revestimiento, para tallado de piezas ornamentales, etc.).

El conocimiento acumulado en el campo de la petrografía durante los últimos 250 años es mucho y ahora nos parece muy natural que las rocas se encuentren clasificadas en términos genéticos (rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas), pero debemos comprender que en la antigüedad sólo fuera fácil asociar algunas rocas de origen volcánico a aquéllos volcanes que sus contemporáneos veían activos y podían relacionar el material generado por el enfriamiento de la lava con la erupción, pero no mucho más que eso. Es comprensible, por lo tanto que a veces se dieran nombres similares a materiales muy semejantes de aspecto, pero de diferente origen y/o composición y, por otro lado, se diera nombres diferentes a materiales muy semejantes en su origen y mineralogía, pero que visualmente resultaban distintos. Entre los ejemplos más significativos de esta problemática podemos citar los casos del ónix, el travertino y el alabastro, los que se describen en los siguientes párrafos y en  futuras entregas abordaremos otros ejemplos de interés para arqueólogos, escultores y arquitectos.

 

 

El ónix

El término “ónix” u “ónice” tiene un significado estricto en el campo de la mineralogía. Se trata una variedad de sílice (dióxido de silicio, O2Si) de origen volcánico, con estructura de bandas concéntricas de diferentes tonos de gris, muy apreciada en joyería y que es considerado, en sentido amplio, un tipo particular de ágata. Éstas se generan por cristalización a partir de fluidos (a veces vapores, a veces líquidos) en las cavidades que las burbujas de gas han generado en los flujos lávicos de composición andesítica o basáltica (tal sería el caso, por ejemplo, de las ágatas procedentes de los basaltos de Misiones). Sin embargo, en la área de las piedras ornamentales, el término “ónix” habitualmente refiere a depósitos químicos de carbonato de calcio (CO4Ca), que generan rocas a veces opacas, a veces translucidas, de colores principalmente verdes, castaños, celestes o blancos, con diseños que aparecen como manchas o formando bandas en el material. En http://www.eltribuno.info/el-onix-la-puna-n618818 puede encontrarse una descripción muy completa de la actividad extractiva de ónix calcáreo en la Puna.

Colgante y abalorio de ágata de la variedad ónix en los que puede apreciarse el típico bandeado en tonos de gris

Frente de una cantera del típico ónix carbonático de color verde y castaño de la zona de La Toma, provincia de San Luis.

Usos inadecuados del término “ónix”

En la lista de nombres prohibidos en joyería, se encuentran varias referencias al empleo errado del término ónix, no siempre de manera ingenua Entre ellas pueden destacarse: Ónix negro para referirse a un ágata o calcedonia de color exclusivamente negro cuyo nombre correcto sería calcedonia negra (en muchos casos el color negro es generado artificialmente); Ónix azul, ídem que para el ónix negro; Ónix brasilero para referirse al ónix de la Argentina (carbonato de calcio); Ónix mexicano para referirse a una calcita o aragonita bandeadas, generalmente de color amarillo o verde, proveniente generalmente de la Argentina; Ónix alabastro para referirse a una calcita bandeada; Ónix de Argelia para referirse a una variedad de alabastro calcáreo; Ónix de California para referirse a un mármol bandeado; Ónix egipcio para referirse a una variedad de aragonita; Ónix verde para referirse a una crisoprasa o para referirse a un ágata teñida de verde

 

 

El alabastro de la antigüedad y del presente

El autor griego Teofrasto y un par de siglos después, el romano Plinio el Viejo, daban como lugar de proveniencia del alabastro a la ciudad de Alabastrum, en las cercanías de Luxor. Existen allí (aún hoy) canteras explotadas para labrar pequeños objetos que se venden a los turistas. Originalmente allí se producían los recipientes (alabastrites), que servían para guardar cosméticos así como cuencos y jarrones de diversos tipos y tamaños que se han conservado en gran número.  Existe una cierta confusión acerca de si la ciudad dio su nombre a los productos y estos a la roca o si los griegos asignaron a la ciudad el nombre de los recipientes.  El alabastro se origina como un depósito bandeado de carbonato de calcio de origen químico, de tipo travertínico, depositado en cavidades no expuestas al exterior.

 

Existe una enorme variedad de estos alabastros con diferentes colores y texturas. Entre ellos pueden mencionarse: el ya citado alabastro egipcio, con una magnífica variedad denominada “cotognino”; los denominados “tartaruga” y “de Busca”, originarios de Italia; el denominado “a pecorella” procedente de Argelia y el “fiorito” de Turquía a los que merecen agregarse los ónices de México o Pakistán. En nuestro país se denomina tradicionalmente ónix a este tipo de depósitos, explotados característicamente en La Toma (San Luis) y en la provincia de Salta.

Bustos romanos en los que la vestimenta ha sido realizada en materiales calcáreos de tipo ónix y alabastro que se exhiben en el Palacio de los Conservadores (Roma). De izquierda a derecha un ejemplo de “verdognolo” y luego dos de “Fiorito” listado. Fotografías del autor.

Fragmento de piso romano realizado con diferentes variedades de roca, entre ellas alabastros tipo “di Palombara”, exhibido en el Palacio de los Conservadores (Roma) y detalle de la textura de una placa de la variedad “cotognino” que ornamenta la iglesia del Jesú (Roma). Fotografías del autor.

El uso moderno del término “alabastro”, por su parte refiere a una variedad de sulfato de calcio y ello provendría de una confusión causada por el parecido entre el yeso y el alabastro blanco egipcio. Entre las variedades de alabastro de composición yesosa pueden señalarse los provenientes de Volterra (Italia) y Derbyshire (Inglaterra). Si bien no es un material recomendable para su uso en exteriores, la fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, en la ciudad de Valencia, presenta una elaborada decoración barroca labrada en alabastro, sobre la cual puede advertirse claramente la acción disolvente de las aguas de lluvia. En interiores ha sido usado desde la talla de retablos (como en la iglesia del Pilar en Zaragoza), tallado de esculturas de bulto y relieves hasta la fabricación de columnas y placas para ornamentación, incluyendo el uso de láminas delgadas en paños de ventana para permitir el pasaje de la luz exterior.

Fachada del palacio del Marqués de Dos Aguas, en Valencia (España)  y detalle de la acción del intemperismo sobre el alabastro (sulfato de calcio) que constituye el grupo escultórico. Fotografías del autor.

Los travertinos

A diferencia de los alabastros calcáreos, los travertinos son depósitos de carbonato de calcio formados sobre la superficie del terreno, asociados generalmente a la presencia de fuentes termales (antiguas o modernas) con aguas saturadas en carbonato de calcio. El desarrollo de formas de vida (plantas, bivalvos, etc.) que se han adaptado a ese tipo de aguas queda evidenciado por la presencia de cavidades en las que inicialmente había tallos y raíces de plantas y por la incorporación de las conchillas al material depositado químicamente. El travertino que aún hoy se explota en Tívoli, cuyas extensas y profundas canteras son fácilmente visibles en Google Earth, es una de las piedras características de los monumentos de Roma, y se la utilizó tanto para revestir el Coliseo, para la célebre columnata de Bernini del Vaticano y para obras más actuales en Roma y otras ciudades del mundo a las que se exporta. Otros travertinos célebres son el de Civitavecchia (Italia) y el de Azerbaiyán (Irán) de un atractivo color rojo y también el denominado “travertino oro” que se explota en Almería (España), por citar algunos ejemplos. En la Argentina existen depósitos de travertinos en diferentes lugares, aunque no se los explota más que en muy reducida escala.

Imagen tomada de Google Earth en la que, por comparación con las poblaciones vecinas, puede apreciarse la dimensión de las canteras en las que se explota el célebre travertino con el que se revistieron innumerables monumentos romanos de todos los tiempos.

Ventana del edificio que ocupa la esquina NE de Florida y J.D. Perón, que perteneció al Banco Popular Argentino, cuyo frente está revestido en travertino, y detalle del fuste de una pilastra que muestra la textura extremadamente porosa del material. Fotografías del autor.

El “mármol travertino” del monumento a la Bandera en Rosario. La incógnita acerca de su origen.

En primer lugar cabe aclarar que, en sentido estricto, el travertino no es un mármol (roca metamórfica) sino una caliza (roca sedimentaria). Con respecto al origen del material que reviste el monumento, el mismo parece ser una incógnita difícil de descifrar ya que en el sitio oficial (http://www.monumentoalabandera.gob.ar/page/historia/id/11/title/4.-Construcci%C3%B3n), se menciona que la empresa “Capella fue la proveedora del mármol travertino de los Andes”, sin aclarar de qué punto de los Andes…

En el sitio http://www.rosario.com.ar/monumento-a-la-bandera.htm, por su parte, se dice que “El Monumento Nacional a la Bandera está construido en mármol travertino, sin patinar, de San Luis”, si tenemos en cuenta que la provincia de San Luis no se localiza sobre la cadena andina, comenzamos a encontrarnos en problemas para establecer el origen del material.

Una tercera opción, que parecería una solución salomónica al problema, aparece en http://www.argentour.com/es/Rosario/monumento_a_la_bandera.php, ya que allí se dice que el monumento está “Construido, en su mayor parte con mármol travertino sin pátinas y piedra de los Andes”.

¿Existirá la documentación original de compra de la piedra, en la que se establezcan sus características y, sobre todo, su procedencia? Una interesante investigación pendiente…

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