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LA COMPLEJIDAD DE LA REINTEGRACIÓN DE LAGUNAS EN VIDRIERAS HISTÓRICAS

Por Fernando Cortés Pizano

Conservador-Restaurador de vidrieras

fcpcrv@gmail.com 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Resumen

La reintegración de lagunas en los bienes culturales tangibles es sin duda una de las operaciones más delicadas y controvertidas, tanto desde un punto de vista técnico como, especialmente, ético. La manera y el enfoque a la hora de proceder a la compleción de las partes perdidas en cualquier obra han variado sustancialmente a lo largo de los siglos y sigue siendo una de las intervenciones más abiertas a debate en el campo de la conservación-restauración en la actualidad. En este sentido las vidrieras presentan ciertas peculiaridades propias de esta especialidad y que las distinguen claramente de otros soportes. En el presente artículo se lleva a cabo una revisión histórica de este tipo de operaciones en las vidrieras, así como un análisis del estado de la cuestión en la actualidad. 

 

 

Abstract

The reintegration of missing parts in tangible cultural heritage is undoubtedly one of the most delicate and controversial operations, both from a technical and, especially, an ethical point of view. The way and approach to completing the missing parts of any artefact has changed substantially over the centuries and remains today as one of the interventions most opened to debate in the field of conservation-restoration today. In this sense, stained glass windows have certain peculiarities typical of this field and that clearly distinguish them from other media. In this article, a historical review of this type of operations in stained glass windows, as well as an analysis of the current state of the matter, is carried out. 

Introducción

Cuando hablamos de lagunas nos referimos a la pérdida material, por los motivos que sean, de uno o varias de los elementos, partes o componentes consustanciales de cualquier bien cultural. En el caso de las vidrieras, lo más común son las lagunas de vidrios y de pinturas, cuyo soporte son lógicamente los vidrios. En el presente artículo me centraré exclusivamente en las primeras. 

 

Los factores que podrían resultar en la perdida de vidrios pueden ser tanto de carácter medioambiental o antrópico. Entre los factores medioambientales podemos destacar: huracanes, terremotos, tornados, incendios, granizo, vibraciones, meteorización, deterioro de los materiales por envejecimiento o por mala calidad, etc. Entre los factores antrópicos podemos distinguir: vandalismo, robos, iconoclastia, guerras, intervenciones de restauración, abandono y desprotección, etc. 

 

Tradicionalmente, la reintegración de lagunas se ha entendido como una operación de restauración destinada a recuperar la unidad y legibilidad potencial de la obra, a la vez que un intento de devolverla a alguno de sus posibles estados pasados. Algunos de los problemas principales que surgen con estas definiciones es el considerar que la obra en cuestión puede recuperar una supuesta unidad, concepto este que ha sido cuestionado por numerosos autores. Y lo mismo podría decirse del concepto subjetivo de legibilidad, la cual puede ser tan diversa como espectadores tenga la obra. 

 

Así pues, las situaciones que nos podemos encontrar son muy variadas. Dado que las pérdidas de vidrios pueden variar entre unos pocos milímetros y varios metros cuadrados, la complejidad de cada situación será muy diferente y por tanto los enfoques y métodos de intervención utilizados. Cada caso debería ser estudiado detenidamente, con el fin de reunir toda la información posible y establecer el tratamiento que, en ese momento y para esa situación concreta, con los conocimientos, medios y presupuesto de que disponemos, nos parezca la más adecuada. Es muy importante poder razonar y justificar la decisión adoptada, la cual es posible que sea diferente a la de otro restaurador, taller, escuela, país, etc. 

 

Con lo visto hasta aquí es fácil deducir que, dada la diversidad de casos, criterios e interpretaciones posibles, la reintegración de las partes perdidas de una obra es una intervención compleja y no exenta de polémica. Las diversas cartas, normas y criterios de restauración existentes no nos ofrecen unas soluciones claras o concluyentes, cual, si de una ecuación matemática se tratara, la cual, convenientemente aplicada, nos resolviera el problema. Tampoco es ese su cometido. El objetivo de estas cartas es, más bien, marcar unos límites y sugerir una serie de directrices y pautas ideales de actuación. En última instancia, la decisión de cómo afrontar cada intervención, sea en mayor o menor medida una decisión consensuada, no deja de ser una acción subjetiva, en la cual, inevitablemente, se reflejarán las preferencias, las experiencias previas, las inclinaciones y los gustos de todas las personas involucradas en la toma de decisiones, incluyendo conservadores-restauradores.

Licenciado en Geografía e Historia (especialidad de Historia del Arte) por la Universidad Complutense de Madrid y licenciatura y Máster en Conservación y Restauración, con especialidad en vidrieras, por la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, Bélgica. Desde 1994 ha trabajado activamente en diferentes proyectos de conservación y restauración de vidrieras, tanto en España como en el extranjero. Ha impartido clases y charlas en numerosos cursos y congresos, y publicado más de cuarenta artículos en diferentes medios. Ha realizado diversos trabajos relacionados con la conservación y restauración de vidrieras históricas para el Servicio de Restauración del Patrimonio Histórico de la Junta de Castilla y León, como direcciones técnicas de restauraciones y elaboración de estudios de intervención. Ha realizado junto a Mikel Delika el Plan Director de Intervención en las vidrieras de la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz. Desde 2012 vive y trabaja en Inglaterra, primero en la Catedral de Lincoln, luego en la de York y, desde enero de 2015, en la de Canterbury. Desde 2018 es miembro fundador y presidente de ARCOVE, la Asociación para la Restauración y Conservación de Vidrieras de España. 

 

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Vidriera de la Catedral de Salamanca (España), realizada en 1556 por el vidriero flamenco Enrique de Broecq. Las pérdidas de vidrios son realmente alarmantes, hasta el punto de que en algún momento del siglo XX se decidió colocar unos paneles de vidrio por la cara exterior para intentar frenar la caída de vidrios hacía el interior del edificio. Fotografía y derechos de Imagen: Santiago Abella ©.

 

La reintegración de lagunas en vidrieras a lo largo de la historia

 

Es importante recordar que los criterios de intervención que hoy en día una gran mayoría de los conservadores-restauradores consideran como aceptables, no siempre lo han sido. A lo largo de los siglos las vidrieras, casi sin excepción, han sido restauradas por los propios vidrieros, tal y como atestiguan los numerosos documentos conservados. Tan solo entre los siglos XVII y principios del XIX, debido a la pérdida de oficio, fueron también los plomeros quienes frecuentemente se dedicaron a esta labor. Lo que lamentablemente no especifican esos documentos es la forma y los criterios de restauración utilizados. Solo disponemos de las obras conservadas para poder estudiar y entender como restauraban los vidrieros de otras épocas. 

 

Con la información de que disponemos en la actualidad podríamos decir que prácticamente hasta el siglo XIX, salvo contadas excepciones, los vidrieros no intentaban adaptar (integrar) el estilo pictórico aplicado en los nuevos vidrios al de los históricos existentes. Esto es, no había un intento de reintegración imitativa o ilusionista. Su estilo pictórico, las proporciones de las figuras, las composiciones, los ornamentos utilizados, etc., eran, en general, los contemporáneos de cada época y los propios de cada artista. Ahora bien, lo que los vidrieros generalmente si realizaban es lo que hoy día llamaríamos una reintegración cromática mediante la elección de vidrios del color y tono adecuados. 

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Esta vidriera de la girola de la Catedral de León (España) no ha conservado ninguno de los paneles originales del siglo XIII. En su lugar presenta una mezcla muy interesante de estilos, autores y épocas. Los lóbulos con motivos florales de la roseta superior son mayoritariamente del siglo XIV y la figura de la lanceta derecha es el siglo XV. La figura de la izquierda y la del óculo son del siglo XVI y muy posiblemente de distintos autores. Finalmente, el panel inferior izquierda es del siglo XX. Fotografía y derechos de Imagen: Miguel Cortés ©.

La reutilización de vidrios de otras épocas o descartados de otras vidrieras fue asimismo práctica común hasta el siglo XIX. En efecto, a menudo los vidrieros, bien por comodidad, por falta de medios, por abaratar precios o sencillamente por desconocimiento del oficio, optaban por reutilizar vidrios de otras épocas y vidrieras, y por lo tanto estilos, para reintegrar las lagunas existentes, en lugar de utilizar vidrios nuevos, con o sin pinturas. Dependiendo de la disponibilidad de vidrios existente y del cuidado puesto en el criterio de selección, este tipo de intervenciones podían quedar bien integradas y pasar más o menos desapercibidas, como en el caso de piezas de pequeño tamaño o sin pinturas. Sin embargo, también era muy frecuente que los vidrieros insertaran vidrios que, bien por su color o motivo, resultaban totalmente descontextualizados y ajenos a los del panel en restauración, afectando seriamente la lectura del panel, al menos desde nuestros criterios actuales. 

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Panel de vidriera del siglo XVI conservado en el Museo Carnavalet de Paris (Francia). En este panel se puede apreciar perfectamente el uso de vidrios reutilizados procedentes de otras vidrieras en una reintegración puramente cromática, sin atender al motivo que cada vidrio representa. Fotografía y derechos de Imagen: Paco Barranco ©.

No será sin embargo hasta el siglo XIX cuando podremos apreciar una clara voluntad, por parte de los vidrieros, de imitar y adaptarse a los estilos artísticos de épocas anteriores y reintegrar las lagunas con criterios mucho más cercanos a los actuales. Este cambio de actitud y esta mayor apreciación hacia el arte de los siglos anteriores, especialmente el de la Edad Media, está relacionado con el importante papel que desempeñaron las teorías sobre el arte y la restauración de intelectuales como Karl Friedrich Schinkel, Augustus Pugin, Violet-le-Duc, John Ruskin, Camillo Boito, William Morris, etc.

 

Si bien el respeto por la obra precedente siempre estuvo presente en todos los periodos, en el siglo XIX existe una clara voluntad de conservar aquello que se considera valioso. Se aprecia una intención por parte de los vidrieros de situar su creación artística en un segundo plano con respecto a la de los maestros del pasado, sin pretensiones de protagonismo y en una clara muestra de respeto y humildad. Esto supone una deriva importante hacia el campo de la conservación, donde el vidriero empieza a comportase más como un conservador-restaurador, en el sentido actual de la palabra, que como un artista o un mero “reparador”. Como resultado, en esta época se llevan a cabo grandes campañas de restauración de vidrieras en toda Europa, a la vez que se publican numerosos estudios sobre la historia y la técnica de esta especialidad.

 

A partir de la segunda mitad del siglo XX, como resultado de la Segunda Guerra mundial, algunos de los conjuntos de vidrieras más valiosos de Europa sufrirán importantes daños o desaparecerán de forma irremediable. Esta situación trajo consigo un necesario resurgimiento del arte de la vidriera, que tendrá como resultado la ejecución de importantes campañas de restauración y de numerosos encargos de vidrieras de nueva creación. Volveremos a asistir a un auge de la figura del vidriero, pero esta vez en dos facetas que se han mantenido hasta la actualidad: el vidriero como artista restaurador y el vidriero como conservador-restaurador tal y como entendemos estos términos en la actualidad. 

Principales criterios actuales en la reintegración de lagunas

 

Encontrar puntos de acuerdo ante la gran variedad de situaciones que pueden presentarse en la restauración de vidrieras pareciera ser una tarea nada fácil. Existe sin embargo una serie de criterios que son comúnmente esgrimidos en la actualidad, en el campo de la conservación y restauración de bienes culturales, a la hora de afrontar la reintegración de lagunas. Nos referimos a criterios generales tales como: 

 

- mínima intervención, 

- reversibilidad de los tratamientos, 

- re-tratabilidad de la obra, 

- evitar la hipótesis, la inventiva y el falso histórico, 

- las nuevas piezas deben lograr un equilibrio entre discernibilidad y discreción,

- durabilidad y compatibilidad de los nuevos materiales con los ya existentes, 

- documentación y realización de un estudio preliminar en cada intervención.

 

Con la excepción de los conceptos de mínima intervención, hipótesis e inventiva, los cuales pudieran ser más difíciles de justificar, una parte importante de las reintegraciones en vidrieras realizadas en la actualidad cumplen con la gran mayoría de estos requisitos. En este sentido, en la segunda edición de las Líneas Directrices para la conservación de vidrieras históricas del CVMA-ICOMOS (2004), se recomienda que:

 

Las reintegraciones de lagunas, los retoques y la restauración de lagunas pictóricas y la recomposición de vidrios o la reubicación de adiciones posteriores tan solo deberían llevarse a cabo cuando estén totalmente justificadas en base a un profundo estudio histórico-artístico y técnico. Este tipo de tratamientos debe regirse por los principios de la mínima intervención y reversibilidad. 

 

Estas pautas siguen siendo, sin embargo, bastante ambiguas e imprecisas y realmente no ayudan en gran manera a la hora de afrontar una reintegración de lagunas. Afirmar que estas operaciones solo deberían llevarse a cabo cuando estén totalmente justificadas es más una declaración de buenas intenciones, un ideal a tener en cuenta, que una herramienta real de ayuda. Como principio, la reintegración de vidrios perdidos en una vidriera situada en un contexto arquitectónico, está siempre justificada ya que sencillamente no podemos permitirnos dejar el hueco abierto. Se trata de una necesidad imperiosa. La excepción en este sentido seria quizá aquellas vidrieras conservadas en un museo. Las discrepancias y la polémica podrían sin embargo surgir cuando hablamos del nivel y del tipo de reintegración, como veremos más adelante.

 

Tipos de Reintegración

 

En líneas generales podemos hablar de varios estilos de reintegración de lagunas utilizados en la actualidad el campo de las vidrieras: 

- reintegración imitativa o ilusionista, 

- reintegración neutral o arqueológica 

- reintegración artística o creativa y

- reintegración virtual o digital.

 

Los términos de reintegración cromática y reintegración volumétrica, tan utilizados en otros soportes, no los consideramos como categorías independientes, ya que aluden al objetivo de la acción (color o volumen) más que a la forma de ejecutarla, y pueden por lo tanto pertenecer a cualquiera de los tres grupos principales mencionados. Es importante entender que, en vidrieras, reintegrar un vidrio perdido implica siempre reintegrar soporte. 

 

Reintegración imitativa, ilusionista o mimética.

Esta técnica, que como vimos anteriormente empieza a ser utilizada al menos desde el siglo XIX, es posiblemente la preferida por la gran mayoría de vidrieros restauradores. El objetivo de este tipo de reintegración es el recrear una imagen de la obra que se considera la más cercana a su estado anterior a la aparición de las lagunas. Hay por tanto un deseo de devolver a la obra a un estado previo que ha sido elegido como el preferible o más idóneo. El objetivo es lograr que las nuevas adiciones pasen desapercibidas, que sean prácticamente invisibles para la gran mayoría de observadores, mediante la imitación, lo más perfecta posible, del color, tono, textura, grosor, translucidez, etc. de los vidrios y de las pinturas originales conservados. Este afán de copia mimética lleva generalmente a la imitación de las patologías de deterioro existentes, tanto en el vidrio (pátinas de envejecimiento, picaduras, cráteres o costras de corrosión, depósitos de suciedad, etc.) como en las capas pictóricas (pérdida o deterioro de las mismas). Como es fácil de deducir, este tipo de reintegración hace necesario un gran dominio de las técnicas pictóricas sobre vidrio y los procesos de cocción por parte del restaurador.

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Panel de vidriera representando a San Miguel y a todos los ángeles, en la iglesia de St. Michael & All Angels en Melksham, Wiltshire (Inglaterra). En el 2008 el panel inferior fue completamente destrozado durante un allanamiento en la iglesia. La reintegración de las zonas perdidas se realizó de forma imitativa o mimética. Fotografía y derechos de Imagen: Andrew Taylor ©.

De lo dicho hasta aquí no es de extrañar que este tipo de reintegraciones, al ser principalmente discernibles para los expertos y entendidos, puedan incurrir, para un público lego, en lo que comúnmente se conoce como un falso histórico. En estas reintegraciones, si bien siempre se ha de intentar reunir toda la información posible (vidrios, fotos, documentación, etc.) es difícil no recurrir a una cierta dosis de especulación, inventiva e hipótesis, mayor o menor según cada situación concreta. Si bien “…la unidad de estilo no es el fin de la restauración” (Carta de Venecia, 1964), en la mayoría de estos casos existe un claro intento de lograr una unidad de estilo en el resultado final.

Las formas de llevar a cabo este tipo de reintegraciones pueden ser muy variadas. Lo más común entre los vidrieros restauradores es utilizar las mismas técnicas y métodos que han sido utilizados en los vidrios originales que intentan reproducir. Sin embargo, en las últimas décadas, por influencia de otros campos de la restauración, algunos restauradores optan por aplicar métodos de reintegración ajenos a las técnicas pictóricas tradicionales de las vidrieras, con el fin de lograr una mayor discernibilidad. Nos referimos aquí al uso de técnicas como el tratteggio, el rigatino o el estarcido (puntillismo), todas ellas más propias de la restauración de otros soportes artísticos, como la pintura sobre lienzo, tabla o mural. 

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Detalle de uno de los paneles de la vidriera este de la Catedral de York (Inglaterra), realizada por el taller del maestro vidriero John Thornton entre 1405 y 1408. En el rostro del obispo, fruto de la última restauración realizada entre 2005 y 2018, podemos apreciar el método de líneas paralelas y diagonales aplicadas por la cara exterior como forma de discernimiento de los vidrios históricos. Fotografía y derechos de Imagen: York Glaziers Trust ©, York (Inglaterra).

La realidad es que, en general, en el caso de optar por una reintegración imitativa, la discernibilidad de los nuevos elementos añadidos no suele ser un objetivo particularmente difícil de lograr, ya sea por el tipo de vidrio o de pinturas utilizados o bien por las técnicas de trabajo empleadas sobre ambos. Por lo que respecta a los vidrios disponibles en la actualidad, tanto su composición como sus características son generalmente diferentes a las de los vidrios de otras épocas, además de no presentar patologías de deterioro o signos del paso del tiempo, lo que los hace fácilmente reconocibles para los ojos medianamente expertos. En cuanto a las pinturas aplicadas sobre los nuevos vidrios, su discernibilidad con respecto a las originales puede también lograrse fácilmente de varias formas, como por ejemplo mediante una ligera variación en su color o en la técnica y estilo de ejecución aplicados. 

Otras dos técnicas artísticas que en las últimas décadas han empezado a ser utilizadas, tanto en restauración como en nueva creación, son la serigrafía y la impresión digital con plotters. Hasta la fecha, sus aplicaciones principales en restauración son tanto la reintegración puntual de lagunas como la reconstrucción completa de vidrieras desaparecidas. Estas técnicas han sido utilizadas principalmente en aquellos casos en los que existían fotografías de buena calidad de las zonas desaparecidas. 

 

Este sistema de impresión se basa en utilizar una malla tensada en un bastidor sobre la que se crea una reserva de imagen para que sea permeable a la tinta, solo en las zonas imagen. La impresión se realiza mediante una rasqueta que arrastra la tinta y la hace pasar por la malla, en las zonas previstas. […] Para distinguir un impreso hecho en Serigrafía hay que fijarse en algunos detalles que describo a continuación: […] La malla o tejido del bastidor está compuesta por hilos entretejidos y por tanto la imagen generada encima de ella tiene como dientes de sierra en los bordes de letras, líneas, etc. (Aurelio Mendiguchia, 2010). 

 

El uso de estas técnicas es pues fácilmente reconocible por la homogeneidad y grosor de la capa de pintura aplicada y por la trama o impronta geométrica y repetitiva que crea sobre el vidrio. Las pinturas utilizadas son las pinturas fundibles propias de la pintura tradicional sobre vidrio. 

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Vidriera de la Catedral de Berlín (Alemania). Las vidrieras del ábside, realizadas en 1905, fueron totalmente destruidas durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente reconstruidas mediante serigrafía, utilizando pinturas y cartones originales conservados y con una técnica muy similar a la del siglo XIX conocida como “Luce Floreo”. Fotografía y derechos de Imagen: Glasmalerei Peters ©, Paderborn (Alemania).

Reintegración neutral o arqueológica

A lo largo del siglo XX se han realizado diferentes intentos de enfocar la compleción de lagunas mediante el método que suele conocerse como reintegración neutral o arqueológica. Esta técnica, utilizada tanto en el caso de pequeñas lagunas como de paneles completos, consiste en la utilización de tintas o colores planos y “neutros” para reintegrar las zonas perdidas. Estas tintas y colores intentan ser similares a los colores circundantes a la laguna. Mediante este método se pretende marcar una clara distinción entre las zonas originales y las reintegradas, evitando así recurrir a la hipótesis. Estéticamente, sin embargo, esta técnica genera una lectura más fragmentada de la obra. Este tipo de intervención es más propia del campo de la pintura mural, el mosaico, la cerámica o los objetos arqueológicos, especialmente cuando están situados en un contexto museológico.

En el caso de las vidrieras, en las últimas décadas se han realizado diversas intervenciones siguiendo esta técnica, ya sea través de los vidrios utilizados o de las pinturas sobre ellos aplicadas. Algunas de estas actuaciones han utilizado por ejemplo vidrios incoloros sin tratamiento alguno o vidrios ligeramente mateados mediante grabado o grisallas, vidrios de tonos similares a los de los vidrios cercanos o incluso vidrios prácticamente negros. 

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Restos de dos paneles de vidrieras de hacia 1500-1515 procedentes de la Iglesia de Fairford en Gloucestershire (Inglaterra), conservados en el V&A Museum de Londres. Izquierda: San Matías. Derecha: Ángel del Juicio Final. Ejemplo de reintegración arqueológica de lagunas en contexto museológico. Fotografía y derechos de Imagen: Fernando Cortés Pizano ©.

Si en el caso de las vidrieras existe una lógica defendible detrás de cada una de estas intervenciones, el riesgo principal que entrañan es que la atención del observador suele fácilmente enfocarse en las zonas reintegradas con tintas planas, más que en los vidrios históricos. En general la mayoría de estas restauraciones solo funcionan más o menos correctamente cuando la vidriera va a ser conservada y expuesta en condiciones museísticas controladas, donde es posible adaptar y personalizar el tipo de iluminación utilizada. 

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Dos medallones heráldicos suizos de 1678 (izquierda) y 1685 (derecha). Ejemplo de reintegración arqueológica en zonas de motivos únicos, como textos y figuras. Museo del Hermitage, Moscú. Fotografía y derechos de Imagen: Fernando Cortés Pizano ©.

Por otro lado, el uso de tintas planas es más tolerable en la reintegración de motivos repetitivos y seriados que, por ejemplo, en el caso de motivos únicos como rostros, figuras, paisajes, etc. Una figura sin rostro es un claro foco de atención. Desde la infancia, el cerebro humano está programado para reconocer rostros y su ausencia produce instintivamente un cierto rechazo y desasosiego. El reintegrar un rostro completo mediante una tinta plana, sin llegar a insinuar sus rasgos más característicos, como ojos, boca, nariz u orejas, no suele funcionar en la restauración de vidrieras. Sin embargo, esta misma técnica de reintegración en un rostro si puede resultar aceptable cuando los nuevos vidrios son de un tamaño relativamente pequeño en relación al tamaño total del vidrio histórico conservado.

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Fragmento de vidriera del siglo XVI representado a María Magdalena y conservado en el Musée de l'Oeuvre Notre-Dame en Estrasburgo (Francia). El nuevo vidrio utilizado en la laguna del rostro se ha recurrido a una reintegración cromática, sin ningún intento de reconstruir dibujo o sombreado. Fotografía y derechos de Imagen: Denis Krieger ©.

De la misma manera, la atención del espectador se dirigirá siempre a las zonas de mayor paso de luz. Como regla general, en el caso de optar por utilizar esta técnica en vidrieras, es preferible utilizar en las lagunas tintas ligeramente más oscuras que los vidrios históricos circundantes. La explicación es sencilla: de la misma manera que en un medio artístico que funciona con luz transmitida, como son las vidrieras, los colores cálidos avanzan y los fríos retroceden, las zonas oscuras y apagadas, esto es, las que transmiten menos luz, llaman menos la atención que las claras, las cuales trasmiten más luz. Nuestros nuevos vidrios no deberían nunca llamar la atención más que los vidrios históricos, esto es, ser protagonistas en la lectura general de la obra. Cuando esto sucede, en mi opinión, la intervención resulta insatisfactoria. 

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Medallón flamenco del siglo XVII conservado en el Museo de Lovaina (Museum Leuven), Bélgica. Propuesta de tratamiento digital de la imagen para mostrar las diferencias en la percepción de lagunas en función de la cantidad de luz que traviesa los vidrios. Imagen izquierda: estado inicial sin tratamiento alguno y sobre mesa de luz. Imagen derecha: tratamiento digital de lagunas en negro. Fotografía: Fernando Cortes Pizano, 1996. Derechos de Imagen: Universidad de Amberes, Facultad de Ciencias del Diseño (Departamento de Patrimonio – Estudios en Conservación) ©.

Reintegración creativa o artística

Este tipo de reintegración, que podría resultar sorprendente, chocante o, incluso, poco ética, si se compara con otras disciplinas de la conservación-restauración, es más habitual en el campo de las vidrieras de lo que tal vez podría parecer. Su origen se remonta probablemente a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y se ha mantenido hasta la actualidad. Como hemos visto anteriormente, después de la guerra se llevaron a cabo importantes campañas de restauración, especialmente en aquellos países que más habían sufrido las consecuencias del conflicto sobre su patrimonio vidriero. Los vidrieros se vieron enfrentados a la nada sencilla tarea de restaurar vidrieras que presentaban una gran cantidad de lagunas y también la de rescatar y reutilizar miles de fragmentos de vidrio, más o menos descontextualizados. 

Si en el primer caso, el de las lagunas de gran tamaño, el enfoque principal fue el de la reintegración estilística, antes descrita, en el caso de vidrieras que habían conservado solo unos pocos paneles y numerosos fragmentos, en ocasiones se optó por lo que he dispuesto en llamar una reconstrucción o reintegración “creativa”. En ella, el vidriero actúa como artista y como restaurador, incorporando en una misma vidriera los paneles o fragmentos de vidrio históricos junto a su propia creación. Lo que a menudo se produce es un diálogo más o menos de igual a igual, dependiendo de cada artista, entre dos épocas y estilos. Detrás de estas intervenciones suele haber un deseo de rescatar y reutilizar a toda costa esos valiosos fragmentos de vidrio, con la sincera convicción de que integrarlos de alguna manera en una nueva vidriera, dándoles así una segunda vida, es una opción lógica y deseable.

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Vidriera conocida como “The Tree of Life”, realizada por Rachel Thomas en 2006 para la sacristía del New College en Oxford (Inglaterra). En esta vidriera se han utilizado fragmentos medievales, principalmente del siglo XV para crear una nueva composición artística. Fotografía y derechos de Imagen: York Glaziers Trust. Imagen reproducida con el amable permiso de “Chapter of York” ©, York (Inglaterra).

Para entender este tipo de intervenciones hemos de recordar que la figura del conservador-restaurador de vidrieras no surgirá hasta principios de los noventa del siglo XX, como resultado dela creación de los primeros estudios universitarios en este campo. Hasta entonces, siempre fueron los vidrieros quienes se encargaron de la restauración de estas obras y la gran mayoría combinaba de forma cotidiana la restauración con la creación de nuevas vidrieras, como sucede en la actualidad. Hoy día sigue siendo práctica relativamente frecuente la creación artística de nuevas vidrieras incorporando fragmentos o paneles de vidrieras antiguas.

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Vidrieras nuevas en la Iglesia de Sint Gertrudis en Machelen, Bélgica. La vidriera original, realizada por el taller Comère-Capronier a principios del siglo XX, fue destruida durante la segunda Guerra Mundial. En 2020 el artista Peter Schoutsen diseñó nuevas vidrieras incorporando los fragmentos originales a su propia creación. Fotografía y derechos de Imagen: Glasmalerei Peters ©, Paderborn (Alemania).

Reintegración virtual

Por reintegración virtual se entiende aquella realizada de forma digital, sin intervenir físicamente el objeto en cuestión. El tratamiento digital de imágenes, con el fin de simular o visualizar la limpieza de bienes culturales, la reintegración o la reconstrucción de lagunas de forma virtual e informatizada es un campo en plena expansión. El uso de sistemas multimedia en nuestra profesión se ha desarrollado enormemente en los últimos años y ofrece muchas e interesantes posibilidades.

 

La reintegración virtual de lagunas es completamente inocua puesto que los resultados pueden visionarse con facilidad sin necesidad de tocar la obra original, lo único que se demanda de ella es una buena documentación fotográfica de alta resolución. Esta documentación constituirá una información visual básica de considerable interés para que la toma de decisión del criterio y del sistema de reintegración que se seleccione en una obra determinada venga avalado por una imagen visual de la obra acabada, sin necesidad de intervenir directamente sobre la obra real. (González López, M. J. y Martínez Calvo, V., 2009).

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Panel de una vidriera del siglo XV procedente de la Iglesia Carmelita de Boppard-on-Rhine (Alemania) representando la escena del Nacimiento de la Virgen y conservada en la Burrell Collection de Glasgow (Escocia). Ejemplo de restauración digital de panel: limpieza, eliminación de plomos de fractura y sustitución del vidrio azul encima de la cabeza de la Virgen. Fotografía y derechos de Imagen: Burrell Collection ©, Glasgow (Escocia).

Algunas consideraciones a tener en cuenta en la reintegración de lagunas

 

Veamos ahora de forma más detallada algunos de los principales aspectos que se deberían tener en cuenta frente a una reintegración de lagunas en vidrieras.

 

La prioridad es siempre cerrar la abertura y evitar la pérdida de más vidrios.

En el caso de las vidrieras situadas en un edificio, actuando como barrera divisoria entre el exterior y el interior, la necesidad de cerrar la abertura creada por los vidrios perdidos es una prioridad incuestionable, por encima de cualquier consideración de tipo estético. Toda abertura en un panel implica la posible entrada de elementos externos, la cual se ira agrandando con el tiempo y debilitando el panel, además de producir una lectura interrumpida y alterada de la obra. Si el panel en cuestión no puede ser desmontado a corto plazo, o la zona dañada no puede ser igualmente intervenida prontamente, lo adecuado sería extraer todos los vidrios en riesgo desprenderse y cerrar el hueco lo antes posible. Para ello es posible insertar un vidrio o vidrios de forma provisional allí donde se hayan perdido, o bien proteger toda la zona afectada mediante láminas o tableros de cerramiento. 

 

Recuperar la mayor cantidad posible de vidrios originales.

Como regla general se debe intentar conservar la mayor cantidad posible de material histórico. A menudo la zona dañada puede permanecer en ese estado durante meses o incluso años. Hasta el momento en que se vaya a poder intervenir de forma adecuada, es necesario fotografiar y documentar la zona afectada, recuperando todos los vidrios y fragmentos que podamos, custodiándolos y archivándolos de forma adecuada. Cuanto mayor sea la cantidad de materia desaparecida, menor será la información disponible sobre el objeto, y por tanto menores las posibilidades de afrontar la reintegración con garantías de éxito. En el caso de vidrios muy fracturados y con grandes pérdidas de material, es posible, en ocasiones, que la opción más sensata y recomendable sea la sustitución de los escasos restos conservados por una nueva pieza, documentando y archivando, o incluso musealizando, los fragmentos descartados. 

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Panel de la vidriera del Baptisterio de la Iglesia parroquial de Santiago Apóstol de Sama de Langreo, en Asturias (España), representando el Bautismo de Cristo y realizada por Vidrieras de Arte S.A. de Bilbao en 1942. El panel inferior fue completamente destrozado durante un allanamiento en la iglesia y en él se pueden apreciar la gran cantidad de fracturas y de fragmentos de vidrios recuperados. Fotografía y derechos de Imagen: Javier Lozano ©.

Disponer de la mayor cantidad de información sobre la obra

Es muy importante dedicar el tiempo suficiente a recopilar toda la información que sea posible sobre la obra, para así poder tomar una decisión bien fundamentada y razonada sobre el tipo de reintegración a realizar en las zonas desaparecidas. Cuanto mayor sea la información disponible, menor será el riesgo de incurrir en la especulación y la hipótesis. En este sentido, el Artículo 9 de la Carta de Venecia (1964), al hablar de los fines de la restauración y las reintegraciones, nos recuerda que “su límite está allí donde comienza la hipótesis”. Las posibles fuentes de información que podemos utilizar pueden ser muy diversas e incluyen el material fotográfico y audiovisual, dibujos, cuadros, textos diversos, documentación de previas restauraciones, fuentes orales, comparaciones estilísticas con otras zonas de la obra, otras obras del mismo artista, del mismo periodo, temática, etc. 

Reintegración de elementos seriados y elementos únicos

En relación con el apartado anterior, es fácil deducir que la reintegración de las zonas seriadas de una vidriera (cenefas, fondos o motivos repetitivos y simétricos, etc.) será siempre mucho más sencilla que la de las zonas únicas (figuras, rostros, ropajes, fondos de arquitecturas, paisajes, etc.). Las figuras, y en particular los rostros, suponen un reto muy complicado porque pueden ser a menudo una característica definitoria del estilo del autor de la obra y funcionan como el centro de atención de la misma. En ambos casos es siempre posible lograr una mayor o menor discernibilidad de las zonas reintegradas, ya sea mediante la elección de los vidrios o mediante el tipo de pintura y el estilo pictórico aplicado, como veremos más adelante. 

Los nuevos vidrios no deben llamar la atención más que los originales

Es siempre deseable que las adiciones a cualquier obra queden integradas armoniosamente con los vidrios históricos existentes, se mantengan en un discreto segundo plano y no resulten más llamativas que éstos. Nos referimos aquí a la, antes mencionada, complicada relación de equilibrio visual entre las nuevas piezas y las originales, en la cual las primeras han de lograr ser fácilmente discernibles a la vez que mantenerse en un discreto segundo plano. No es una tarea sencilla el lograr que los nuevos vidrios no destaquen al ser vistos tanto desde el exterior como desde el interior del edificio, si bien ante un estudio u observación más detallado y en proximidad deberían poder ser distinguibles sin mayor dificultad. El espectador ha de poder contemplar la obra restaurada sin necesidad de que las nuevas adiciones supongan un obstáculo que distraiga de forma negativa su atención del disfrute global de la misma. En el Artículo 11 de la Carta de Venecia (1964) se recomienda que “…los elementos destinados a reemplazar las partes inexistentes deben integrarse armoniosamente en el conjunto, distinguiéndose claramente de las originales, a fin de que la restauración no falsifique el documento artístico o histórico”. Una vez más nos topamos con otro concepto subjetivo y difícil de definir, como es armonía, el cual está sin duda sujeto a los gustos y preferencias personales de cada restaurador. 

Firma y fecha de los nuevos vidrios

“Toda pieza nueva de vidrio debe ser identificada de forma permanente mediante una fecha y una firma u otros símbolos claramente identificativos” (Líneas Directrices para la Conservación y Restauración de vidrieras del CVMA-ICOMOS, 2004). Esta práctica de incorporar una fecha y firma en las nuevas piezas añadidas a la obra, con el fin de facilitar su futuro reconocimiento, no es nada común en la restauración de la gran mayoría de soportes artísticos. Esta inscripción suele realizarse de forma muy discreta y siempre por la cara interior, bien mediante la aplicación de pinturas cocidas, generalmente grisallas, bien mediante su rascado o levantamiento con un punzón, o bien mediante el grabado mecánico con una punta de diamante o con una herramienta eléctrica rotatoria. Además de añadir una firma y fecha, existen otras muchas formas de intentar alcanzar el objetivo de la discernibilidad, como iremos viendo a lo largo de este artículo. 

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Detalle de un nuevo vidrio de reintegración donde se puede apreciar la firma de la restauradora, el taller responsable del proyecto y la fecha de la intervención: “AM YGT 2016”. Fotografía y derechos de Imagen: York Glaziers Trust. Imagen reproducida con el amable permiso de “Chapter of York” ©, York (Inglaterra).

Elección de vidrios

La selección de los vidrios adecuados para cada reintegración es una tarea tremendamente importante, y se debe dedicar el tiempo y esfuerzo necesarios para elegir la opción que consideremos más apropiada. Para ello hemos de tener en cuenta el tipo de vidrio (industrial con o sin textura, soplado, plaqué, etc.), su color y tono, su textura, grosor, etc. En ocasiones, los vidrios que consideramos más adecuados pueden resultar ser muy caros, como también es posible que consideremos que no disponemos del tiempo necesario para embarcarnos en la búsqueda de los vidrios “perfectos”. Es importante recordar en este punto que las gestiones y el tiempo necesarios para localizar los distintos materiales que se van a utilizar en toda restauración, deben estar incluidos en el presupuesto de la intervención. 

Finalmente, de la misma manera que los colores cálidos avanzan y los fríos retroceden, así las zonas más iluminadas atraen la atención en mayor medida que las zonas oscuras. Por ello es preferible que las nuevas piezas de vidrio sean ligeramente más oscuras o apagadas que las originales, ya que la percepción humana tiende, de forma natural, a dirigir la atención hacia las zonas más iluminadas, esto es, aquellas que permiten un mayor paso de la luz.

Tipo de iluminación

Otro factor muy importante a tener en cuenta a la hora de elegir los vidrios más adecuados es el tipo de iluminación que va tener la vidriera. Una vez restaurada y expuesta en su ubicación definitiva, los distintos vidrios se comportarán de manera muy diferente ante diferentes tipos de luz transmitida. En primer lugar, hemos de tener en cuenta si la vidriera va a ser iluminada con luz natural o con luz artificial. En un contexto arquitectónico e iluminada con luz natural, hemos de considerar también la orientación de la vidriera en el edificio ya que, en el hemisferio norte, la luz de la cara norte es más fría y apagada y la de la cara sur es más cálida e intensa. 

En segundo lugar, a la hora de juzgar la idoneidad de los vidrios que vamos a utilizar son importantes también otros factores que afectan las propiedades lumínicas de los vidrios. Me refiero aquí a factores ambientales como, por ejemplo, variaciones en días nublados o soleados, si el fondo detrás de la vidriera es claro y despejado o está parcialmente interrumpido por árboles, edificios, etc. En ocasiones puede que sea necesario evaluar estos vidrios directamente in situ, en lugar de en el taller. La elección de los vidrios se hace siempre por comparación con los fragmentos originales de vidrio conservados o, en el caso de una laguna completa, con los vidrios más similares y cercanos. En este sentido, una forma efectiva de comprobar su idoneidad consiste en combinar luz trasmitida y luz reflejada durante el proceso de selección. Con luz reflejada es de gran ayuda el situar ambos vidrios (nuevo e histórico) sobre un fondo completamente blanco, como un folio de papel.

Distancia real entre la obra y el espectador

El conocer la distancia real de exposición y observación de la obra una vez instalada nos permitirá poder elegir entre diferentes enfoques y técnicas de reintegración pictórica. En este punto pueden surgir varias preguntas, tales como a qué distancia queremos que empiece a ser distinguible nuestra reintegración y quienes queremos que puedan distinguirla “sin dificultad”, los expertos o los visitantes comunes Así, en una vidriera situada en un museo, a una distancia muy cercana al visitante, tal vez prefiramos utilizar una técnica de reintegración más ilusionista, con un mayor nivel de detalle, mientras que en el caso de una vidriera situada en los ventanales más altos de una catedral, quizá sea suficiente con aplicar una reintegración menos mimética y con menor detalle. Ambas intervenciones pueden ser perfectamente discernibles, dependiendo de dónde se sitúe el espectador. 

Grado o nivel de reintegración

Otro factor importante es el grado de reintegración elegido, el cual puede ser utilizado como una forma de crear una mayor o menor discernibilidad de los nuevos vidrios. En vidrieras es posible reintegrar con un enfoque ilusionista, omitiendo a la vez una o varias de las fases o capas pictóricas existentes en los originales, de forma intencionada y con el fin de marcar una clara distinción con estos. Es lo que yo suelo llamar “niveles de reintegración”. La variedad de posibles niveles dependerá lógicamente del tipo de laguna que estemos intentando reintegrar. Así pues, un vidrio incoloro y sin tratamiento alguno solo presenta un nivel, mientras que el vidrio de un rostro del siglo XVI, por ejemplo, puede llegar a presentar hasta 5 o 6 niveles de reintegración. 

El proceso de elección de los nuevos vidrios constituye ya un primer nivel de reintegración, en el cual es muy sencillo marcar una importante diferencia (distinción) con los originales. Un segundo nivel es el de la aplicación de las capas pictóricas iniciales: grisalla de perfilado o dibujo y/o grisalla de veladuras o sombreados, todo lo detalladas y miméticas que se considere oportuno. En los siguientes niveles podemos continuar con la aplicación de amarillos de plata, sanguinas, esmaltes, muselinas, etc., según cada caso concreto. Otros posibles niveles de reintegración podrían ser la aplicación de otras técnicas decorativas existentes sobre los vidrios históricos, tales como el grabado, la aplicación de doblajes, y así sucesivamente. Aparte del nivel de elección del vidrio, que lógicamente ha de venir en primer lugar, el resto de los niveles decorativos comentados no tienen por qué ir en el orden aquí expuesto y pueden ser perfectamente alterados, mezclados u omitidos.

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Dos detalles de piezas de reintegración en una vidriera del siglo XIX conservada en el Museo de Lovaina (Museum Leuven), Bélgica, donde se pueden apreciar algunos de los posibles grados o niveles de reintegración: grisalla de dibujo, grisalla de sombreado con menos detalle que el original y ausencia de amarillos de plata. Fotografía y derechos de Imagen: Universidad de Amberes, Facultad de Ciencias del Diseño (Departamento de Patrimonio – Estudios en Conservación). Informe de conservación de Bart Ibens, 1996 ©.

Reintegración en función del tamaño de la laguna

Las lagunas en vidrieras pueden oscilar entre unos milímetros y varios metros y por tanto el enfoque utilizado en la reintegración de estas zonas perdidas podrá variar en función de su tamaño, al igual que sucedía con la distancia de observación. Un tema que puede volver a plantearse aquí es el de la mínima intervención. Una laguna muy pequeña supone una intervención muy pequeña en el total de la obra, es más fácil que pase desapercibida y por tanto no genera un desequilibrio o alteración sustancial en el conjunto de la materia histórica conservada. Sin embargo, la reintegración de una laguna de gran tamaño genera una situación en la cual la aportación material a la obra puede llegar a ser de un tamaño mucho mayor que el de los materiales históricos conservados, y por tanto más difícil que pase desapercibida. En este último caso, relativamente frecuente en vidrieras, la reintegración se convierte prácticamente en una operación de reconstrucción.

En el caso de lagunas parciales muy pequeñas (≤ 10 mm2) es generalmente recomendable optar por un relleno con resina epoxi o con silicona, ya sea coloreada en su masa o posteriormente reintegrada cromáticamente en frío. Cuando la laguna se encuentra en el perímetro del vidrio, es posible y sencillo cubrirla por ambas caras con una discreta banda de plomo soldada al perfil de plomo. Cuando una pieza de vidrio presenta numeras fracturas y durante su restauración hemos usado resinas para los pegados y rellenos, es aconsejable el uso por su cara exterior de un vidrio muy fino (entre 1 y 2 mm de grosor) a modo de soporte. Estos vidrios, generalmente conocidos como vidrios de doblaje, suelen ir sellados al vidrio original, a lo largo de su perímetro, mediante un discreto cordón de silicona, y ambos situados dentro del mismo perfil de plomo. Es importante recordar aquí que el uso de resinas en vidrieras que no van a ser protegidas mediante un acristalamiento de protección ventilado no es recomendable.

En el caso de lagunas de un tamaño superior (> 10 mm2), es sin embargo preferible la inserción de un nuevo vidrio, con o sin tratamientos en su superficie, según cada caso. La reintegración pictórica de estos pequeños vidrios se realizará por comparación con el resto de los vidrios conservados en esa pieza o con otros vidrios similares en la misma vidriera. Las nuevas piezas de vidrio pueden ser unidas a las originales bien mediante pegado con resinas o bien mediante medios mecánicos como la cinta de cobre o los plomos de fractura, dependiendo de la situación concreta de cada pieza. Por último, la pérdida completa de una pieza de vidrio hace necesario insertar un vidrio nuevo, con o sin tratamientos en su superficie, según cada caso concreto. La reintegración pictórica de estos vidrios enteros se realizará por comparación con otros similares conservados en el mismo panel o en la vidriera. Todos estos vidrios nuevos han de ser firmados y datados en una zona discreta y por la cara interior, como hemos explicado anteriormente. 

Preferencias del propietario de la obra, plazo de ejecución y presupuesto

Es posible que la técnica que el conservador-restaurador de vidrieras considera más apropiada para restaurar, o en este caso reintegrar, una obra concreta no coincida con la del propietario o custodio de la misma. Podría suceder que, por ejemplo, en aras de incrementar el valor de venta o de mercado de la misma, se pidiera llevar a cabo una reintegración más profunda e invasiva, en la cual se tuviera que ocultar la mayor parte de los signos de deterioro y de envejecimiento. Lo mismo sucede en el caso en que el plazo de ejecución y el presupuesto destinado a una restauración en particular no fueran suficientes para poder realizar todo aquello que todas aquellas intervenciones que un experto conservador-restaurador de vidrieras consideraría necesario llevar a cabo. Esta es también hoy la realidad de la profesión y, si bien una parte importante de la labor de los conservadores-restauradores consiste en aconsejar sobre el tratamiento más adecuado, también lo es la toma de decisiones, teniendo en cuenta las preferencias del cliente o el arquitecto, y las carencias de tiempo o presupuesto. Los criterios descritos al principio del artículo son ideales consensuados hacia los que acercarse, y cuando otras opiniones y ciertas características de un trabajo son tenidas en cuenta, lo mejor puede ser enemigo de lo bueno para llevar a cabo un tratamiento adecuado. Por eso la figura del conservador-restaurador es tan importante a la hora de realizar la mejor intervención posible en cada caso.

Posible sustitución de intervenciones anteriores

 

En este último apartado me gustaría tratar un tema bastante frecuente en el campo de las vidrieras como es la posible sustitución de vidrios de intervenciones anteriores. Dada la naturaleza de estas obras, y al contrario de lo que sucede en otros soportes, las distintas intervenciones del pasado no pueden acumularse, como capas horizontales, unas sobre otras, y un vidrio nuevo siempre ocupará necesariamente el lugar del anterior. Como consecuencia, las vidrieras pueden llegar a nosotros compuestas por una interesante y curiosa mezcla de vidrios de diferentes épocas, y por lo tanto estilos y autores, especialmente en el caso de las vidrieras con varios siglos de antigüedad. 

Los motivos de su presencia en una vidriera pueden ser varios: en ocasiones estos vidrios fueron añadidos como soluciones temporales y de urgencia para cerrar un hueco o, en otros casos, no se disponía de los medios, los conocimientos o la sensibilidad necesarios para esa tarea Lo más común es que estos vidrios, posteriores en fecha a los “originales”, se adapten con mayor o menor acierto y armonía al conjunto de la obra y su permanencia en ella no suponga un tema de debate o discusión. Sin embargo, en casos concretos, algunos de esos vidrios están claramente no integrados con el resto de los vidrios a su alrededor, afectan de manera considerable a la lectura parcial o global de la obra y es posible que haya que plantearse su sustitución. 

La decisión final sobre su permanencia dependerá de muchos factores, como su integración en el conjunto, la distancia de observación, su posible valor material, histórico o documental, las preferencias de las partes interesadas, etc. Llegados al punto de tener que decidir cuáles se conservan y cuáles van a ser reemplazados, la línea divisoria puede ser muy fina y difícil de trazar, y el debate ético que estas decisiones generan puede ser muy acalorado. Como en otras situaciones que se presentan en esta profesión, aquí tampoco existen reglas ni respuestas claras, y la decisión final sobre sustituir, o no, un vidrio, si bien no deja de ser arbitraria y subjetiva, deberá siempre estar bien justificada. 

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Detalle de un panel de una vidriera del siglo XIII en la Catedral de Lincoln (Inglaterra), el cual presenta un vidrio, sin ningún tipo de tratamiento pictórico, insertado en el centro del rostro de la figura, y en el cual únicamente se ha pretendido una reintegración cromática. Fotografía y derechos de Imagen: Fernando Cortés Pizano ©.

Agradecimientos

El presente artículo refleja en gran manera el contenido la charla que impartí online el 3 de Julio de 2020 durante la serie de conferencias “Charlas desde el Confinamiento” organizadas por el Departamento de Escultura de la Universidad de Granada. Mi más profundo agradecimiento a Carmen Bermúdez por la organización de dichas charlas y por invitarme a participar en ellas. Asimismo, mi más sincero agradecimiento a María José Prieto Pedregal por su paciente y experta revisión del texto y por todas las sugerencias ofrecidas. Finalmente, mi agradecimiento para todas aquellas personas que generosamente han cedido sus imágenes para ilustrar este artículo. 

Bibliografía

 

- Líneas Directrices para la Conservación y Restauración de vidrieras del CVMA-ICOMOS, Núremberg, 2004: 

https://www.academia.edu/41826845/L%C3%ADneas_Directrices_para_la_Conservaci%C3%B3n_y_Restauraci%C3%B3n_de_vidrieras_Nuremberg_2004_

 

- Carta Internacional Sobre La Conservación y la Restauración de Monumentos y Sitios (Carta De Venecia, 1964): https://www.icomos.org/charters/venice_sp.pdf 

 

- GONZÁLEZ LÓPEZ, M. J. Y MARTÍNEZ CALVO, V., (2009) Reintegración virtual de lagunas. Las pinturas de la Sala de los Reyes de la Alhambra de Granada, en Revista PH, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, nº 70, mayo 2009, pp. 98-113: https://www.iaph.es/revistaph/index.php/revistaph/article/view/2754 

 

- MENDIGUCHIA, A., (2010) Cómo reconocer el sistema de impresión en el que se ha realizado un producto gráfico- IV-(Serigrafía), sábado, 17 de julio de 2010: http://www.amendiguchia-itgt.com/2010/07/como-reconocer-el-sistema-de-impresion.html 

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