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Diálogos entre conservadores/as y archivistas: requisitos para el trabajo de conservación en Archivos

Por Lic. Mariana Nazar y Téc. Carolina Schmid y Mariana Nazar  (Archivo General de la Nación - Depto. Archivo Intermedio)

Ponencia presentada en V Encuentro Internacional de Conservación Preventiva e Interventiva en Museos, Archivos y Bibliotecas organizado por el Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. Buenos Aires, Abril de 2017

Mariana Nazar

Profesora y Licenciada en Historia (UBA) y archivista (ISFDT Nº 8) actualmente se encuentra realizando su investigación doctoral en Historia (UdeSA). Se desempeña desde 1998 como Asistente técnica en el Departamento Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación, donde desde el año 2010 coordina el programa de capacitación. 

Carolina Schmid

Museóloga (Escuela Nacional de Museología). Ha finalizado la cursada de la Maestría en conservación-restauración de bienes artísticos y bibliográficos (UNSAM) y su tesis se encuentra en proceso de redacción. Desde 2007 se desempeña como Asistente técnica del Área de Conservación del Archivo General de la Nación pasando en 2011 a cumplir sus funciones en el Departamento Archivo Intermedio; donde se ha especializado en el tratamiento de documentación de archivo en soporte papel.

Desde hace unos años, en el Departamento Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación, estamos intentando establecer un diálogo interdisciplinario que permita optimizar las tareas que realizamos sobre los documentos de archivo para garantizar tanto su preservación como su acceso.

 

A partir de ir armando ese camino, nos pareció importante empezar a generar una serie de herramientas que nos permitieran socializar aquello sobre lo que estamos trabajando.

 

Una de esas socializaciones fue la presentación, en el IV Encuentro de Conservación, del trabajo titulado “La integridad archivística y la disociación en conservación: repensando los contextos de producción”, donde analizamos las especificidades del documento de archivo y las distintas formas de disociación que se realizan sobre los documentos al intervenir sobre los contextos de producción; y teniendo en cuenta que los mismos son fundamentales tanto para asegurar el acceso a la totalidad de la información que portan como para que puedan cumplir con una de sus funciones (ser garante de derechos).

 

Siguiendo esa línea, en esta presentación queremos reseñar aquellas tareas o actividades que deben haber sido realizadas con anterioridad a la planificación de una intervención de conservación, entendiendo que asumir la importancia de las mismas puede colaborar en la creación de un espacio de reflexión sobre los sentidos, presupuestos y responsabilidades a partir de los cuales trabajamos los profesionales que nos desempeñamos en el ámbito de la preservación y acceso al patrimonio documental de Archivos.

 

Sobre la profesionalización, las disciplinas y lo interdisciplinario

 

Abordar un trabajo multidisciplinario ("que abarca o afecta a varias disciplinas") es de por sí complejo. Sin embargo, abordarlo intentando ejercitar la interdisciplinariedad en tanto "estudio o actividad que se realiza con la cooperación de varias disciplinas" se torna realmente difícil.

 

Digamos que pertenecer a un equipo multidisciplinario es condición necesaria, pero no suficiente, para trabajar en forma interdisciplinaria, ya que la interdisciplinariedad combina las teorías o metodologías de cada una de ellas en una forma novedosa, creando nuevas disciplinas [1]. El trabajo interdisciplinario supone el compromiso y el respeto por el trabajo mutuo y la organización para articular el trabajo, explicitando qué se pretende de cada uno de los integrantes en lo que podría definirse como un "acuerdo de colaboración interdisciplinaria" [2]

 

En Argentina, en los últimos años, se han abierto nuevos caminos para la profesionalización de nuestras tareas. La difusión de buenas prácticas y el uso de recomendaciones o normativas internacionales también han ido in crescendo. La ampliación de los medios de comunicación a través del uso de las (ya no tan) nuevas tecnologías favoreció la difusión de conocimientos para realizar intervenciones apropiadas sobre el patrimonio documental. Cada vez contamos con más herramientas que nos permiten realizar diagnósticos e intercambiar opiniones con otros profesionales. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer.

 

Si hablamos de la profesionalización y el reconocimiento de la disciplina archivística, sabemos muy bien de su escasa difusión y poco reconocimiento como elemento central de cualquier tarea en archivos. Si bien en la Argentina existen escuelas que enseñan la profesión y sus programas son reconocidos por el Estado, y existen asociaciones que nuclean a esos profesionales en vistas de establecer sistemas de cooperación, no existe el reconocimiento por parte del Estado de esa profesión: o sea, el Estado no establece una ley de incumbencias y credenciales para el trabajo en archivos. Esto repercute de igual modo en la sociedad civil, la disciplina es escasamente conocida y hasta podríamos decir que ignorada.

 

Este desconocimiento o falta de difusión tiene consecuencias también en el ámbito de la conservación, donde las prácticas instaladas comparten como metodología de trabajo específica la inclusión en el modelo de la permanencia de la materia o la consistencia física por encima del contenido o imagen [3]. O sea, en los diferentes caminos de la formación en conservación se insiste en la importancia de la investigación previa, en conocer profundamente nuestro patrimonio deteriorado, antes de llevar a cabo lo más difícil de nuestro trabajo que es tomar la decisión correcta sobre la forma de intervenirlo. Lo hacemos a través de identificar el momento histórico y metodológico para identificar la pieza, obra, espécimen, etc.

 

Como profesionales de la conservación tratamos de respetar todos los aspectos de una obra o un documento histórico; tanto el aspecto material como el inmaterial y el aspecto informacional pero ¿desde dónde lo hacemos?, ¿conocemos realmente las particularidades del documento de Archivo? ¿Sabemos diferenciarlo por ejemplo de un documento histórico al resguardo de un Museo o de otro tipo de documentos que forman una colección en una Biblioteca a pesar de que comparten algunas características similares en cuanto a su materialidad? ¿Desde dónde planificamos la conservación preventiva e interventiva en los Archivos?

 

Por nuestra propia experiencia sabemos que se hace cada vez más imprescindible el trabajo interdisciplinario o por lo menos multidisciplinario (la interconsulta) con los/as archivistas. Son ellos/as quienes deben otorgarnos el marco conceptual apropiado para la planificación de nuestras tareas. Esto no quiere decir que no seamos responsables del mismo sino que es nuestro deber como conservadores conocerlo y exigirlo para planificar nuestras tareas, como cuando investigamos cualquier tipo de patrimonio, antes de planificar nuestra intervención, pero con la particularidad que requiere el documento de Archivo.

 

Para colaborar en la comprensión de esta particularidad es que aramos este trabajo brindando una serie de recomendaciones. Teniendo en cuenta que nuestras tareas se realizan en contextos de escasos recursos y, por lo general, mucha soledad y ausencia de planificación institucional, esta presentación intentará brindar una guía tanto de acciones como de argumentos para evitar tratamientos inadecuados que, a simple vista, parecerían no serlo.

 

Hacia una macro conservación preventiva

Generalmente, cuando los/as conservadores/as somos convocados a realizar un diagnóstico sobre un patrimonio documental, nos encontramos con el peor de los panoramas: depósitos con filtraciones en subsuelos con la documentación arrumbada en diferentes sectores o, en el mejor de los casos sobre estanterías oxidadas; ataques biológicos de todos los tamaños; puertas que nadie abre hace años; ventanas que nadie cierra hace otros tantos; instituciones donde las autoridades cambian por decisiones políticas y no por idoneidad en la materia, y un largo etcétera que ya todos/as seguramente conocen… Sin embargo, quien nos convoca suele hacerlo con una clara preocupación ante el panorama aunque no cuente con recursos ni con el personal para comenzar a cumplir con su responsabilidad de resguardo de la documentación.

 

A esos escenarios llegamos con nuestros impecables guardapolvos, guantes descartables y barbijos que ocultan nuestra cara de espanto a las autoridades para comenzar con nuestra odisea, perdón, nuestro trabajo. En esa tarea, si estamos trabajando con documentos de archivo, es importante que registremos algunas cuestiones básicas sobre las que la Archivística siempre insiste: los archivos, en tanto documentos pertenecientes a un fondo documental sobre el que debe respetarse su principio de procedencia, orden original e integridad (o sea, que hay que preservarlos como un “todo” y no mirarlos “documento por documento”) deben trabajarse en forma multinivel, de lo general a lo particular, y debe mantenerse íntegro su contexto de producción.

 

A - El trabajo multinivel

 

Si bien en nuestra disciplina, el cuidado por el entorno ambiental es una variable importantísima a tener en cuenta, en el caso de las tareas a realizarse con documentos de archivo; esta variable tiene una incidencia particular que debería llevarnos a no detenernos prioritariamente en el documento individual sino, en acudir a lo que Berta Blasi denomina “Conservación de Batalla”:

La “conservación de batalla” se basa en hacer lo mejor para el fondo con los medios disponibles. Pretende poner a disposición del archivo más modesto las técnicas y materiales adaptados para conseguir un buen nivel de conservación en su fondo. Establecer prioridades en las intervenciones y proporcionar los conocimientos óptimos en cada caso. Ser realista con los recursos y usarlos de manera inteligente (...) No tiene sentido tener un depósito en pésimas condiciones de higiene y restaurar un documento con su carpeta de cuatro solapas y su caja de conservación a medida y con lacito. Mal. Sería, por ejemplo, mucho más efectivo pasar el aspirador por los estantes y sanear los documentos que restaurar el documento más antiguo del pueblo. Puede que el coste fuera el mismo pero en cambio la conservación sería global y por tanto favorecería todo el fondo”. [4]

En la misma entrevista, esta especialista señala que a pesar de que desde la Archivística se trata la documentación como una unidad indivisible, ella observa con frecuencia, tratamientos muy individualizados de conservación y restauración [5] Para evitar esto, desde la conservación debemos poder proponer una planificación multinivel, priorizando y jerarquizando problemáticas en paralelo con la mirada archivística.

 

El paradigma de la restauración por documento individual, así como la conservación interventiva sobre un volumen de documentación determinado, ha prevalecido durante muchos años. Sin embargo, estos criterios no dan suficiente respuesta a la problemática señalada con anterioridad: tanto por su alto costo en recursos humanos y materiales necesarios como por el tiempo que toma realizar estos tipos de tratamientos. A eso se suma, que este tipo de intervenciones deja la documentación fuera de consulta pública durante tiempos prolongados.

 

Es necesario difundir los criterios básicos de conservación preventiva a partir de establecer una mirada integral que aborde la problemática de lo general a lo particular, estableciendo las necesarias etapas de trabajo. En ese sentido, se presenta como prioritario abordar los depósitos de archivo, con el fin de adoptar un criterio general de intervención sobre fondos documentales voluminosos, a los fines de evitar que grandes inversiones en recursos humanos y materiales se desperdicien al regresar la documentación a entornos poco seguros.

 

Así como la Archivística establece diferentes niveles para la descripción de la documentación y abarca de lo general a lo particular, como en la “conservación de batalla” debemos abordar lo general en cuanto al entorno, luego las unidades y por último (o en paralelo) la intervención del documento. No podemos omitir de nuestra planificación y responsabilidad tareas como la limpieza, el orden o el mantenimiento edilicio apropiado. Es el entorno de la documentación y el conservador es responsable del mismo desde su planificación hasta en la forma en que se realiza. No podemos dejar dicha planificación sin criterios de conservación a merced de un sector de mantenimiento de la institución que, con toda buena voluntad y desconocimiento, puede provocar desastres en un depósito. Aunque no tengamos recursos para el control climático y ambiental de los mismos, no podemos omitir de nuestra planificación y de nuestras actividades de conservación preventiva el monitoreo de la temperatura y humedad relativa, o el control de plagas o de la radiación lumínica. De hecho, son herramientas que nos permiten argumentar y gestionar los recursos necesarios.

 

B -La preservación del contexto de producción de los documentos

 

A riesgo de ser reiterativas, debemos insistir en una aclaración: los documentos de Archivo (esto es: los que fueron generados por instituciones o personas en el desarrollo de determinadas misiones o funciones), no sólo portan la información literal que puede “leerse” en el contenido del mismo, sino que la misma se relaciona directamente con la información contextual que es la que se explica a partir de su relación con el conjunto. Por eso se dice que los documentos de archivo son orgánicos y seriados, fueron generados junto a otros para el desarrollo de una actividad. Por eso es tan importante mantener su integridad, esto es, el contexto de producción en el cual fueron creados no debiendo sufrir fragmentaciones ni eliminaciones no autorizadas ni la adición de elementos extraños de cualquier otra procedencia para mantener su valor de prueba e información. Esto incluye tanto mantener su procedencia (la documentación producida por una institución o persona no se debe mezclar con la de otra) como su orden original (el orden que le dio su productor); no permitiendo su reordenamiento por ‘tema’ o ‘contenido’, tan frecuente en el tratamiento dado por los documentalistas, bibliotecarios y demás expertos de las ciencias de la información. Como esta problemática ya fue abordada en el IV Encuentro de Conservación, [6] sólo mencionaremos que estas particularidades del documento de archivo respecto a otros tipos de documentos se relacionan con la triple función social del Archivo (preservar posibles fuentes para la Historia de la sociedad, pero también para la memoria de la institución productora y como garantía en el ejercicio de derechos ciudadanos).

 

El hecho de que los documentos de archivo no sólo preservan información literal, sino que también “contienen” información contextual que puede ser eliminada sin dejar rastros si se altera el principio de procedencia, el de orden original o el de integridad de dicho fondo, nos lleva a presentar una lista de “necesidades” que todo/a conservador/a debe poder exigirle a la institución que lo/la contrata, antes de realizar su intervención.

 

Identificación

 

Así como es necesario saber con qué tipo de documentación estamos trabajando en relación a los materiales que la componen y al momento histórico en que fue producida, necesitamos saber quién la produjo inicialmente, quién la acumuló, cómo y para cumplir qué tarea o función. En archivística a eso se le denomina:

 

- Identificación del productor de los documentos (fondo)

 

Esto, a su vez, es el primer paso para poder reconocer cómo fue reunida o acumulada esa documentación, lo que nos permitirá contar con una

 

- Identificación y registro de su cuadro de clasificación

 

A partir de la cual conoceremos en forma esquemática todo el fondo documental, distinguiendo en el mismo las series documentales (acumulación de documentos para cumplir una tarea que se cumple a partir de un procedimiento administrativo homogéneo) y las secciones (áreas o funciones productoras) que nos permitirán comprender la

 

- Identificación de su orden original (que no necesariamente tiene que haber sido respetado)

 

Lo que nos permitirá intervenir en materia de conservación sin alterar su orden original y por ende no destruir su contexto de producción. Como señalamos, puede suceder que la documentación, al momento de ser tratada, no presente claramente su orden original (las unidades de conservación no hayan sido numeradas, o la documentación se halle mezclada). Frente a eso, es clave el trabajo interdisciplinario para poder establecer la

 

- Numeración de las unidades de conservación a partir de, o junto a, el registro de su vínculo con el orden original

 

Esto es, poder otorgar una identificación externa a la documentación que registre, de alguna manera, cuál fue el orden dado por la institución productora del fondo documental. Así como comprender y respetar, al interior de las unidades de conservación, la

 

- Identificación de las unidades documentales

 

Porque la unidad primigenia, o el “documento individual” en un archivo puede ser simple o compuesto. Y si no tenemos en claro esto, podemos estar “separando” o desmembrando unidades documentales.

Con estos cinco requerimientos, queremos señalar que aquello que nunca debería hacerse al realizar una tarea de conservación es “suponer” al productor de la documentación y en ese sentido

 

- “Nombrar” la documentación

- Reordenarla en función de criterios propios

- Numerarla sin conocer cuál era el orden original y establecer dicho vínculo

- “Expurgar” documentación entendiendo que está de más

- “Separar” documentación para su mejor tratamiento sin entender la lógica de vinculación entre unos y otros documentos

 

En un planteo radical de la preservación de la integridad de los fondos documentales debemos afirmar que si esos cinco puntos no pueden ser cumplimentados, el/la conservador/a debe retirase de la escena ya que intervenir documentación perteneciente a un fondo documental sin contar con esa información implica destruir la organicidad e integridad del mismo y, por lo tanto, por más “recuperados” que estén algunos de los documentos en su individualidad se ha destruido su contexto de producción y por lo tanto, se ha destruido información que no es “visible” a simple vista y eso lo torna aún más peligroso que cualquier daño colateral.

 

En este esquema ¿qué pasa cuando no podemos retirarnos de la escena porque es nuestro trabajo y nuestra fuente de ingresos que no podemos perder? ¿Cómo funciona la ética de la profesión en estos temas? ¿Cómo proseguir si no tenemos los medios para contratar a un archivista? ¿Dónde y con quién consultar?

 

Preguntas tan incómodas como difíciles de responder… Desde la ética de la conservación, no debemos realizar intervenciones sin asegurar o sin fundamentarlas. En este sentido, surge una paradoja bastante habitual. En ciertas ocasiones, algunos archivistas tampoco quieren profundizar en su trabajo hasta que la documentación no esté descontaminada o mínimamente intervenida. Entonces entramos en un círculo vicioso, como un pez que se quiere morder la cola: si primero intervenir para que se pueda identificar o primero identificar para saber qué y cómo conservar. Desde este punto de vista pensamos que es imprescindible la identificación del Fondo, no así la del documento individual en primera instancia. Si los responsables no tienen los recursos para contratar a un archivista y no podemos retirarnos de escena porque consideramos que será más grave aún el deterioro, debemos poner en práctica una planificación que contemple los principios básicos de la Archivista (procedencia, orden original e integridad). No contar con un archivista, o con los requisitos de identificación antes mencionados, no me impide correr la documentación que se encuentra debajo de una gotera y poder hacerlo elaborando la correspondiente identificación externa y dejando el registro escrito / fotográfico de cómo se encontraba. Si la documentación se encuentra afectada por un ataque biológico o por algún deterioro no es un impedimento para que el archivista pueda recoger los mínimos datos para identificar el Fondo. Creemos que es imprescindible la planificación para poder nadar en esta adversidad interdisciplinaria sin modernos la cola.

 

A modo de cierre

 

En la búsqueda de establecer un diálogo interdisciplinario que permita optimizar las tareas que realizamos sobre documentos de archivo nos fuimos encontrando conservadores/as y archivistas, cada uno/a y cada cual, con las fortalezas y debilidades que el desarrollo de estas disciplinas tienen en la Argentina.

 

En el armado de dicho camino, fuimos corroborando lo difícil que se torna asumir el compromiso y el respeto por el trabajo mutuo y la organización para articular el trabajo, pero también fuimos descubriendo lo fructífero y potente que puede ser para la realización del mismo. Convencidas de la importancia que tiene respetar las particularidades de nuestra tarea, en la medida en que los documentos de archivo no sólo preservan posibles fuentes para la Historia de una sociedad, sino que preservan la memoria institucional de sus productores y sirven como garantía en el ejercicio de derechos, nos dimos al quehacer de difundir lo que descubríamos como puntos problemáticos en nuestra tarea.

 

En ese sentido, la importancia de mantener el contexto de producción de los documentos de archivo y respetar su integridad viene siendo nuestra principal preocupación. Por ello, buscamos insistir en la necesaria planificación multinivel de las tareas de preservación, y el lugar clave que en la misma deben tener los Planes Integrales de Conservación, así como en señalar aquellas tareas que “necesariamente” los responsables del Archivo deben poder realizar ANTES de la intervención en conservación.

 

En síntesis, entendemos que sin la identificación adecuada del productor de los documentos (fondo), sin el registro de su cuadro de clasificación y sin poder establecer el orden original de los documentos (insistimos: aunque las unidades de conservación no estén numeradas) y sin poder dar cuenta de cuál es la unidad documental (ya que muchas veces no es el documento “suelto”) no deberían realizarse tareas de conservación sobre los documentos ya que se corre un riesgo demasiado certero de romper la integridad de los mismos.

 

Y si bien esto pareciera encerrarnos en la paradoja habitual respecto a “quién debe intervenir primero”, entendemos que sólo el efectivo trabajo interdisciplinario, la claridad, solvencia, transparencia, comunicación y debate en torno a los criterios, tanto como la planificación estratégica y el apoyo, de los responsables y de la comunidad profesional, podrán ayudarnos a buscar las respuestas que necesitamos.

REFERENCIAS

[1] Gannon F. Multidisciplinarity: by fiat or need? EMBO reports 2005; 6: 1105, citado en Revista argentina de microbiología: “Trabajo interdisciplinario e interinstitucional: ser o no ser”, Editorial, versión On-line ISSN 1851-7617 Rev. argent. microbiol. v.42 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./abr. 2010 disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0325-75412010000100001#notas (última visita 07/04/2017)

 

[2] Murphy MT. Collaborative interdisciplinary agreement. A new paradigm in laboratory and specialist communication and patient care. JADA 2006; 137: 1164-7. citado en Revista argentina de microbiología: op cit.

 

[3] Brandi, C. “Teoría de la Restauración”. Ed. Alianza Forma. Madrid. 1996. P16

 

[4] Pérez Betancor, F. (16 de septiembre de 2014) “La recuperación de la memoria (I): dialogando con Berta Blasi, restauradora “[entrevista en un blog]. Recuperado de https://archivisticayarchivos.wordpress.com/2014/09/16/la-recuperacion-de-la-memoria-i-dialogando-con-berta-blasi-restauradora-2/

 

[5] Ibidem 3

 

[6] Ver Mariana Nazar y Carolina Schmid: “La integridad archivística y la disociación en conservación: repensando los contextos de producción” disponible en: http://conversaonline.wixsite.com/conversa/integridad-archivistica (última visita 11/08/2016)

BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

- AA VV: “Trabajo interdisciplinario e interinstitucional: ser o no ser”, Editorial de la Revista Argentina de Microbiología, versión On-line ISSN 1851-7617 Rev. argent. microbiol. v.42 n.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./abr. 2010 disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0325-75412010000100001#notas (última visita 07/04/2017)

- Brandi, Cesare (1996): Teoría de la Restauración. Ed. Alianza Forma. Madrid. 1996.

- Nazar, Mariana (2005): La profesionalización de los/las archiveros/as: un desafío político’, ponencia presentada en el VI CAM, Campos de Jordao, 2005, edición en CD.

- Nazar, Mariana y Schmid, Carolina (2016): “La integridad archivística y la disociación en conservación: repensando los contextos de producción”, Revista Conversa,publicación Online de Conservación y Restauración -Año 2 N° 7 -Agosto 2016 -ISSN 2422-7234 -CABA -Argentina disponible en: http://conversaonline.wixsite.com/conversa/integridad-archivistica (última visita 11/08/2016)

- Pérez Betancor, Fernando (2014): “La recuperación de la memoria (I): dialogando con Berta Blasi, restauradora” [entrevista en un blog].16 de septiembre de 2014 Recuperado de https://archivisticayarchivos.wordpress.com/2014/09/16/la-recuperacion-de-la-memoria-i-dialogando-con-berta-blasi-restauradora-2/

- Schmid, Carolina (2016): “Para los Conservadores... ¿Es todo lo mismo? Repensando criterios de intervención”, presentación realizada en la Mesa “Preservación de documentos de Archivo. Documentos en contexto” del IV Encuentro de Archivos Históricos Provinciales, Archivo General de la Nación, noviembre de 2016, mimeo.

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